Ambientada en Los Ángeles durante los años 70. El detective Holland March y el matón a sueldo Jackson Healy se ven obligados a colaborar para resolver varios casos: la desaparición de una joven, la muerte de una estrella porno y una conspiración criminal que llega hasta las altas esferas. critica: Las críticas profesionales sobre esta película (mayoritariamente positivas) son de esas que reducen las razones que las han motivado a sólo tres posibilidades: o los críticos han comentado la película sin verla; o se han vendido a las corporaciones implicadas; o son unos ineptos sin criterio y sin gusto que no merecen mi respeto. Dos buenos tipos Lo único bueno de su largo y aburrido metraje –además de las chicas despampanantes, todas jóvenes y lindas en la onda del cine más garrulamente machista- son unas cuantas y estupendas canciones setenteras: de Al Green; de los Temptations; de Bee Gees; de Brick; de Kool & The Gang; o de Earth, Wind & Fire… un recurso facilón de originalidad igual a cero. De haberlo sabido no habríamos caído en la tentación de pagar la entrada y hubiéramos disfrutado de esa música en el coche, de camino a estos nuestros lamentables multicines de centros comerciales (en los que el 90% de lo que proyectan es de encefalograma y electrocardiograma planos). Os prometo que la película fracasa en todas sus pretensiones de un modo absoluto, os lo aseguro, pues deja ver totalmente la tramoya inconexa de sus intenciones: con toques de humor negro u otros de humor cándido pretende ser una comedia divertida, gamberra, atrevida, ingeniosa, surrealista, alocada, sexy, violenta, escandalosa, … con aires de homenaje, de parodia, de nostalgia … pero ni es divertida; ni es transgresora; ni es gamberra, ni es inteligente, ni es sucia, ni es simpática, ni es retro, ni nada de lo que pretende; sino que se contempla todo como un auténtico pastiche –bobo y afectado- en el que las piezas intentan encajar de un modo completamente forzado e incongruente. El guionista y director Shane Black también ha fracasado si pretendía imitar a Guy Ritchie (cuya figura se engrandece por comparación) o a Tarantino (descomunalmente galáctico a su lado). El Gordo y el Flaco, o sea, Crowe y Gosling, no tienen futuro alguno en la comedia y dan vergüenza ajena. Tampoco será posible el rescate cinéfilo de Kim Basinger, pues la pobre –siento decirlo- aparece como narcotizada e inexpresiva con una cara operada... en unas patéticas y prescindibles escenas que se sufren como un mal trago, ya que percibimos con incómoda tristeza como ella misma es consciente de ello. En conclusión, un filme pésimo, una mala copia de otras copias, un pastiche sin gracia en el que lo único bueno son 6 ó 7 fragmentos musicales (nada originales por cierto). Una verdadera tomadura de pelo. De modo que tantas buenas críticas nacionales e internacionales me confirman que en los cajones de la mayor parte del periodismo cinematográfico, no sólo hay gatos encerrados sino también fajos de billetes acomodados… Dos buenos tipos
Aidan Bloom, un joven padre de familia, se encuentra al borde de una crisis existencial provocada por la desaprobación de su padre y por las responsabilidades de la edad adulta. Cuando su situación financiera empeora, toma la decisión de hacer algunos cambios para mejorar su vida. critica: Zach Braff, dirige, protagoniza y co-escribe (con su hermano Adam), esta película financiada a través del crowdfunding de sus fans. Conocido por protagonizar la exuberante serie Scrubs y luego aplaudido entre la escena independiente americana por “Algo en común” (Garden State, 2004), ahora se presenta con más de lo mismo. Ojalá estuviera aquí Braff interpreta a Aidan Bloom, hombre juguetón y poco responsable, a quién la vida (o la de su padre) le invita a reflexionar sobre aquello que es lo más importante: el dinero. El dinero para pagar la escuela judía de sus dos en-can-ta-do-res hijos. Luego de la posterior y obligada charla con su mujer decide algo grande y responsable. Y responsable. Ocuparse de sus hijos. ¿Lo primero? Sacarlos del aburrido colegio y luego ¡a pasárselo en grande! Su hermano, por su parte, incapaz de despedirse de su padre en el lecho de muerte, le dará el toque dramático al film. ¡Que no juzgo inadecuado! si no que participa de una estética seriéfila que gustará a muchos y hará chirriar a unos pocos. La simpatía del protagonista juega un papel fundamental a la hora de sumergirse en el proyecto. La ecuación es fácil. Si Zach te cae bien, la película te gustará. Si Zach te cae mal, vas a dormirte a ritmo de Bon Iver, con sus atardeceres en el desierto y planos a cámara lenta típica de spot publicitario to guapo guapo. Promete ser un sueño agradable. No lo niego. Eso si, serieadictos del mundo, vais a gozar reconociendo caras de la pequeña pantalla. Empezando por Sheldon Cooper (Jim Parsons), genio interpretativo hecho para un solo papel, Mandy Patinkin quien interpreta un hombre sereno y lúcido muy cerca del Saul de Homeland, o Joey King, la hija de moda, de gruesos labios en Fargo y pelo corto en este film. Ashley Greene de la saga Crepúsculo, Kate Hudson y Josh Gad terminan con el reparto. La trama se sustenta en la capacidad del espectador de no mirar de frente. Dicho de otra manera, no es ficción, es fantasía. Pero de la peor calaña. Fantasía americana. Esa que con un “por favor” sincero, puedes saltar los controles de cualquier aeropuerto para alcanzar a tu amor antes de que suba a “ese maldito avión”. Esa fantasía de musical. Esa de panaderías francesas y abuelos bailarines. Ese infierno de Truman donde el vecino te sonríe por las mañanas mientras termina de regar su jardincito y grita “¡buenos días!”. Esa donde un padre puede probar con su hijos “como ruge esa buga nuevo descapotable” por las carreteras con planos aéreos porque el vendedor de coches piensa “¡que carajo! ¡un día es un día! ¡vamos muchachos! ¡subid, aprisa!”…ese rollo, ¿si? Pues si uno entra en ese estado de embriaguez norteamericana guiñando el ojo y sin mirar atrás, pasará un muy buen rato. Porque, al fin y al cabo, no hay mucha diferencia entre esquivar y andar haciendo eses. Y si uno puede esquivar algunos gags desafortunados por aquí, cierta fijación judía por allá, y dichas licencias fantásticas, se encontrará con una historia sencilla que habla de la vida, la muerte, la relación con el otro, la familia, el trabajo, la salud, los hijos y un montón de elementos de lo más emotivos que consiguen dar con cierta diana. No nos engañemos. En cierto momento del film, el protagonista en un alarde de madurez, decide llevarse a sus hijos al desierto donde, cuenta, que tuvo un momento de epifanía. Se preocupa para describirnos su significado y se lo agradecemos. Pero aquellos espectadores cazadores de epifanías cinematográficas o aquellos que busquen alguna forma de manifestación luminosa en el cine, solo van a encontrar sombras y algún que otro fugaz halo de luz. Ojalá estuviera aquí
Una decidida joven se une a un famoso cazador de monstruos marinos para perseguir a una bestia legendaria. critica: Obviamente, lo primero que se te viene a la cabeza es que la inspiración principal está en Moby Dick y en su capitán Acab; y también intuyes que esta película va a ir por donde Cómo entrenar a tu dragón fue (incluso la estética del monstruo protagonista es clavada a ya sabréis quién), pero eso deja de importar a los dos minutos, cuando te das cuenta de que la idea, de tan sencilla, es deliciosa: vamos a coger los monstruos marinos de los atlas antiguos y vamos a hacerlos reales. Y vamos a construir un mundo nuevo a partir de ello. El monstruo marino Y es que El monstruo marino lo tiene todo: unos personajes perfectamente descritos y con los que empatizas en tan solo los primeros veinte minutos de película, y todos con unas voces cargadas de personalidad (Karl Urban o Jed Harris, por ejemplo. Por favor, vedla en versión original); un guion que sabe alternar perfectamente la acción con el reposo, que anima a algo muy raro de ver en la animación de hoy: a que los chavales y los mayores piensen por sí mismos, a que eliminen prejuicios, muchas veces alimentados por el poder y que llevan al pueblo a pagarlo con sangre, pero que a la vez está perfectamente combinado con una acción de espada, garfio y velas que va a gustar a cualquiera. La animación es sencillamente impresionante: la textura de los tejidos, los edificios, los barcos, las maderas, las armas, el mar, las luchas. Todo en la animación es de matrícula de honor. Nada que envidiar a Pixar. ¿Por qué no el 10? Pues porque a estos estadounidenses les encanta los discursos finales y porque de seguir la recomendación final que queda, América no habría sido pisada por los europeos, no se habría dado la vuelta la mundo, el hombre no habría llegado a la luna ni llegaría nunca a Marte ni muchas hazañas. Pero sí es cierto que el avance no tiene por qué conllevar la extinción de los animales que nosotros consideramos peligrosos solo porque estaban ellos antes en un territorio que nosotros damos por sentado que es nuestro y pueden matarnos si les atacamos. En definitiva, magnífica. Dos horas de película muy divertidas, interesantes y que son todo un espectáculo para la vista. El monstruo marino
Desesperado por conseguir nuevos "followers", Kurt Kunkle es el conductor de un Uber que ha ingeniado un plan mortífero para hacerse viral. critica: Desde que vi el tráiler de esta bizarra propuesta tuve interés en la misma, y es que el actor Joe Keery (que interpreta a Steve en Stranger Things, por cierto, uno de los mejores personajes de la serie, de lejos) encabeza el reparto, por lo que, después de leer algunas reseñas (tampoco demasiado entusiastas aunque sin hablar de mediocridad, que es lo que me temía) me he aventurado con esta alocada producción, en la que un psicópata hará lo que sea necesario para conseguir más seguidores en su canal. Spree La verdad es que estamos ante uno de esos casos en los que la realidad iguala a la ficción, más que nada porque el argumento no dista demasiado de infinidad de influencers (a los que jamás se les debería haber permitido tener acceso a un ordenador, cámara o móvil...) que han hecho cualquier cosa con tal de ganar visitas y, por lo tanto, obtener más dinero para sus bolsillos, porque ya sabemos que los inútiles de turno quieren dinero fácil a cambio de no hacer nada (o lo que es lo mismo, el payaso). Este es el mundo que nos ha tocado vivir y que plataformas como Youtube potencia sin ningún tipo de vergüenza. Pues este es prácticamente el mensaje que nos quiere transmitir la película, intentando entretenernos con las travesuras de este demente, cansando de que nadie vea sus vídeos y que decide ir más allá para ganar seguidores y visitas. Y, obviamente, lo consigue, a base de cargarse al personal, porque, desgraciadamente, el morbo es lo que mueve Internet en la mayoría de las ocasiones. Lamentablemente, y a pesar de que se nos quiera ofrecer una entretenida y alocada cinta con crítica social (que nunca está de más), el film pierde demasiado pronto el rumbo, haciendo que se pierda el interés y que todo se desinfle antes de lo deseado, a pesar de su convincente clímax. Cierto es que se agradece la corta duración (de apenas hora y media), pero quizás le habrían venido bastante bien durar algunos minutos menos. Casi toda la película transcurre en un coche (el del protagonista, con una clara mofa a Uber), por lo que no sabría hasta que punto elogiar la labor del director (también guionista), pero es irreprochable que se nota el esfuerzo por su parte en mantener, de forma constante, el interés del espectador, aunque el conjunto final adolezca de esa pérdida de gas comentada. La verdad es que hay instantes impagables, aunque se había prometido un cóctel de sangre y vísceras, quedando la película al final en una declaración de intenciones que jamás cruza el límite, decepcionando quizás a los que esperen más casquería, ya que las muertes jamás llegan a ser explícitas y todo es mucho más light de lo esperado. Por supuesto, una película de este tipo debe tener su fortaleza en el libreto, con hilarantes diálogos (aunque no siempre se mantiene el nivel), situaciones que funcionen y momentos dignos de recordar (impagable la parodia que se hace con el vídeo del youtuber y los mendigos). Quizás se quede al final un poco en tierra de nadie, pero creo que como thriller cómico funciona, aunque le falta mucha mala baba, siendo menos irreverente de lo que quiere aparentar. El mensaje está claro, y nunca está de más recordar la cantidad de inútiles que pueblan el planeta Tierra, y que solamente están interesados en rellenar sus bolsillos a cambio de despreciar o aprovecharse del prójimo, sin importar las consecuencias. Y es que la plaga... perdón, moda de los influencers debería tener fecha de caducidad, y esta cinta los define a la perfección. Todo vale para alcanzar la fama. Un clásico, aunque ahora consiste en ganar visitas y seguidores. En cuanto al reparto, tenemos a un sensacional Keery que lo da todo y ofrece una fascinante interpretación. Espero que no sea uno de esos actores que queda relegado a un segundo plano en los años venideros, aunque es cierto que en los últimos tiempos ha estado encadenando algunos films de dudosa calidad. Y no, no lo digo por el que nos ocupa, gracias al cual puede desplegar multitud de registros. También tenemos a un correcto (aunque muy desaprovechado) David Arquette, esperando a que comience el rodaje de Scream 5, para poder interpretar al mejor personaje que le ha caído jamás en sus manos. Una pena que fuera de esa saga poco se pueda destacar de su carrera, como es el caso. En conclusión, estamos ante una correcta cinta, que quizás aspiraba a ser un clásico de culto, y que de haberse estrenado hace unos años es posible que lo hubiese conseguido, pero que, en los tiempos que corren, será una más, acabando siendo olvidada con el paso del tiempo. No obstante, se deja ver y el resultado final es mejor de lo esperado, aparte de disfrutar de la fabulosa interpretación de Keery, lo mejor de la película, sin lugar a dudas. Mejor de lo esperado. Más críticas: ocioworld.net Spree
Perry (Billie Joe Armstrong ), un exmúsico de rock, se enfrenta al décimo aniversario de la ruptura de su grupo, y todavía sigue sin adaptarse del todo al mundo real y a su trabajo en la tienda familiar. Cuando su esposa (Selma Blair), una importante abogada, y su hija olvidan su 40 cumpleaños, su hermano (Chris Messina), se apiada y le da el dinero para organizar una fiesta digna de una estrella de rock en un lujoso hotel de Nueva York. En la celebración, el pasado punk de Perry contrasta con su realidad de adulto, a medida que se encuentra con sus locos excompañeros de banda, su mejor amigo Gary (Fred Armisen ) y un antiguo amor ( Judy Greer), que le ofrece la oportunidad de revivir su estancada carrera, ¡todo en un solo día!. critica: Siendo desde siempre Hollywood un baluarte en la defensa de los valores más conservadores y tradicionales fue durante el gobierno de Reagan cuando se puso de moda un tipo de películas en las que un hombre casado, con su familia y su trabajo y todo el american way of life a plena potencia caía en la tentación en forma de malvada mujer que pretendía arrastrar al protagonista a las redes de la infidelidad. El relato variaba poco y la moraleja era siempre la misma: Fuera del matrimonio y la familia convencional sólo hay infierno, dolor y problemas. Es en el seno de lo tradicional en el único sitio donde serás feliz y todo lo demás son tentaciones que debes evitar. Ordinary World Varias décadas después, Hollywood sigue ahí, exactamente en el mismo punto. Ya sea un ejecutivo de banca o un ex-rockero, el mensaje es el mismo. Afuera hace frío, es tentador pero es malo, la familia (convencional, para ellos no hay otro modelo) es lo único que importa, tu único refugio. Ordinary World partía de una premisa muy jugosa, ver al líder de Green Day interpretando a un miembro de una banda de rock que ha aparcado su carrera musical para criar una familia y trabajar en el negocio familiar de ferretería. Pero las dudas están ahí, la insatisfacción, la desubicación acompañan a Perry. ¿Merece la pena sacrificar tus sueños?¿Es esto lo que te espera para el resto de tu vida?¿Dónde están mis amigos, mis amigos donde están? cantaba Extremoduro. Con esos mimbres, con Selma Blair, con Judy Greer, tenía todos las cartas para contar una historia muy interesante. Pero el ancla moral está ahí, los valores sagrados que constituyen los cimientos de la moralidad (y la moralina) yanqui son un muro que no se puede saltar a menos que quieras caer en el underground y la marginalidad. Así que Lee Kirk nos ofrece un relato deslabazado, sin gracia y apenas sostenido por la nostalgia mal digerida del protagonista, una ex-estrella punk obsesionada porque se usen posavasos. Es una pena, pero como canta Sabina, en la farmacia venden pastillas para no soñar... Ordinary World
Linda y Paxton son una pareja con problemas pero que deciden pausar su separación con un objetivo: aprovecharse del confinamiento por la pandemia mundial e intentar llevar a cabo un robo de joyas en los almacenes Harrods. critica: Una comedia satírica y sin pretensiones que plantea una curiosa situación a una pareja en horas bajas formada por Chiwetel Ejiofor y Anne Hathaway, los cuales después de romper siguen conviviendo al estar confinados por la pandemia. Confinados Durante un tiempo el guion se centra en poner de relieve ciertas actitudes o costumbres pandemicas que satiriza, para acabar desembocando, debido a las profesiones de ambos, en la oportunidad de cometer un robo de gran cuantía pero casi sin medidas de seguridad debido a casualidades del destino y restricciones que parecen poner en bandeja la elección de que hacer. Como comedia utiliza trazo grueso a veces y no pretende redescubrir ninguna fórmula, solo entretener lo cual consigue gracias al trabajo de buenos protagonistas y buenos secundarios, algunos de ellos buenos cómicos, una dirección solvente y un guion un tanto facilon pero con sus momentos ocurrentes de Steven Knight, que parece injustamente criticado por todo lo que hace que no sean los Peaky Blinders. Confinados