Noviembre de 1944. En la isla inundada de Walcheren, Zelanda, miles de soldados aliados luchan contra el ejército alemán. Tres vidas jóvenes están inextricablemente conectadas. Un niño holandés que lucha por los alemanes, un piloto de planeador inglés y una niña de Zelanda conectada a la resistencia contra su voluntad, se ven obligados a tomar decisiones cruciales que afectan tanto su propia libertad como la libertad de los demás. critica: Leí una vez que “la indecisión es un verdugo capaz de matar la mejor oportunidad” y el que haya visto esta película sabrá a lo que me refiero. El director, o el responsable de casting, no han dado con la tecla para que los actores elegidos se hagan un hueco en las entrañas del espectador. Su interpretación es tan contenida y fría que parece que estamos asistiendo a una actuación del grupo de teatro que ha creado una selección de alumnos de tanatopraxia. El guionista tampoco es que se desmelenase mucho; la historia va tropezando con todo cuanto cliché le sale al paso poniendo como único puntito de sal el personaje del holandés renegado. El resto de los personajes son un corta y pega de otras historias bélicas, que has visto mil veces, ejecutado sin disimulo. Si alguien estaba motivado y con ganas de aportar color en ese rodaje sin duda fue el director de fotografía. Su habilidad tiene el mérito indudable e intransferible de mantenernos sentados las algo más de horas del filme sin perpetrar demasiadas consultas al móvil. El resultado es una película que recuerda a los fichajes del mercado de invierno de los equipos de fútbol; en la presentación siempre parecen mejor de lo que acaban siendo. La batalla olvidada
La novela de 550 páginas de la Segunda Guerra Mundial, narrada por la muerte, cuenta la historia de Liesel Memminger desde el momento en que es acogida con nueve años por una familia trabajadora alemana en el barrio obrero justo después de haber robado su primer libro. critica: Nunca vayáis a ver una película basada en un libro que os guste. En serio, sólo conseguiréis amargaros. A la gente que había leído "La ladrona de libros" parece que no le ha gustado en exceso esta adaptación más lacrimógena que la verdadera, que parecía que tenía más ironía y menos de folletín. Bueno, yo no he leído el libro, nain nain nain, por tanto no me ha parecido tan mal. La ladrona de libros La historia más que trillada ya de la Segunda Guerra Mundial y de Hitler nos viene ahora de la mano de una niña cuya madre es comunista y que tiene que ir a vivir a un pueblecito de Munich (ay, pero qué bonita es Alemania) con un padre postizo simpático que toca el acordeón, una madre postiza y dura como una piedra, un amigo rubito 100% alemán al que le gusta correr como a Jesse Owens, y, lo más importante, un joven judío perseguido que le enseñará la importancia de la lectura y con el que entablará una relación muy especial. Con ciertas reminiscencias de El Lector (aquí a los protagonistas también les une el amor por la lectura y las historias, y están en la misma época) y una fotografía especialmente bonita la historia no está mal, aunque tampoco dice nada nuevo, y creo que ese es el problema... la película es fácil de ver, aunque no suceden demasiadas cosas (por lo menos hasta la mitad) pero tampoco añade nuevas cosas. Ideal para los Globos de Oro o algo parecido. Geoffrey Rush y Emily Watson le añaden puntos, obviamente, y los niños protagonistas son muy monos. El único inconveniente que le veo es que deberían haberle dado mucho más juego a dos personajes que me parecen fundamentales: Max, el judío, y la mujer del alcalde. Por cierto ¿desde cuando los alemanes aprenden a leer en inglés? Y, ¿por qué coño tienen que repetir cada dos por tres "ja" "nain" y chorradas de ese tipo? ¿Por si se nos olvida que son alemanes? Tranquilos señores productores, que en ningún momento voy a pensar que Hitler fuera español/inglés aunque los niños hablen en español/inglés en la película... La ladrona de libros
Primera Guerra Mundial. Un hombre australiano viaja hasta Turquía tras la Batalla de Gallipoli para buscar a sus tres hijos desaparecidos. critica: Como si tomara a Mel Gibson -otro actor australiano convertido en director- como espejo en el que mirarse, Russell Crowe ha elegido un estilo marcadamente clásico para su primer largometraje trás las cámaras. “El Maestro del Agua” es un proyecto ambicioso y no exento de riesgos para un debut. Un viaje que navega entre el retrato intimista y las grandes epopeyas con hechuras de superproducción. El maestro del agua Ambientada un año después del fin de la primera guerra mundial, el film centra su atención en las consecuencias de la batalla de Galípoli entre las fuerzas militares de Australia y Nueva Zelanda y el ejército turco, en especial la dolorosa pérdida de los tres hijos de un granjero zahorí de la Australia rural. Ante lo ambicioso del proyecto, Crowe cumple de sobra con la primera premisa de cualquier director: rodéate de los mejores. En el apartado interpretativo su talento está fuera de toda duda a estas alturas. Es muy bueno, lo sabe y demuestra que no es imprescindible que alguién le muestre el camino para componer el más minucioso retrato posible de Joshua Connor, su personaje. Protagonista absoluto de la historia, Crowe se echa a las espaldas la película también delante de las cámaras para contar la odisea de un hombre que lo ha perdido todo, al que su intuición innata llevará al otro lado del mundo en busca de esperanza. Crowe se rodea de un elenco muy solvente empezando por Ayshe, una Olga Kurylenko perfecta de nuevo en su dominio de los acentos (el turco en esta ocasión) que empieza a pedir a gritos un papel verdaderamente protagonista, alejado de ser siempre el objeto romántico del protagonista. También es agradable comprobar como se desenvuelve Jai Courtney lejos del género de acción, pero si duda la gran revelación es Yilmaz Erdogan. Fantástico en cada segundo de su actuación, extremadamente convincente como sabio hombre de honor atrapado en las conscuencias y la sinrazón de la guerra y derrochando presencia y química en su relación con Crowe y con Cem Yilmaz, el actor turco que interpreta a su lugarteniente. Al buen trabajo del elenco de actores hay que sumarle otro aspecto técnico que eleva a “El Maestro del Agua” por encima de la media: el maravilloso trabajo de fotografía del maestro Andrew Lesnie. El ganador del Oscar por su labor en “El Señor de los Anillos” otorga a la película un acabado final majestuoso, muy especialmente en el espectacular abanico cromático que crea para la ciudad de Constantinopla y la impresionante manera de resaltar la belleza, textura y colorido del vestuario. Quizá solo un par de aspectos pueden cuestionarse para que la película no termine de ser completamente redonda. Uno es la estructura del guión que da la sensación de intentar abarcar demasiado. A veces parece que el libreto estuviera destinado a convertirse en una gran novela o una mini-serie televisiva, más que en un largometraje de una hora y cincuenta minutos. En su empeño por retratar de manera tan minuciosa la experiencia vital por la que pasa su protagonista, el relato se dispersa y se aleja demasiado de la potente trama principal. De esta manera hay fragmentos en los que literalmente te olvidas de que el protagonista se encuentra buscando los cuerpos de sus hijos caidos en combate mientras se desarrolla su historia de amor, conoce las costumbres de la sociedad turca o se relaciona con el pequeño hijo de Ayshe. El otro aspecto es que es poco sutil en su intención de emocionar y algo obsesiva en su continuo empeño de resultar bonita. Sobre todo en el uso tan marcado de la banda sonora (realmente preciosa) que parece invitarte a empujones a que te emociones durante cada segundo de película. Puede que una enfatización algo excesiva en una historia lo suficientemente potente e intensa en el aspecto dramático. Pequeños pecados de exceso que no ensombrecen los numerosísimos aciertos de una opera prima de lo más recomendable. “El Maestro del Agua” es un conmovedor alegato antibelicista y una gran odisea vital, dramática, emocionante y realmente bella. Un debut que verdaderamente no lo parece. http://losreyesdelmando.com/2015/04/21/critica-el-maestro-del-agua/ El maestro del agua
El abogado Richard Ramsey trabaja en un caso difícil. Debe defender a un joven de 17 años de edad, quien es sospechoso de asesinar a su padre millonario. Ramsey reclutará a Janelle, una joven abogada, para que le ayude en su labor, pues está decidido a descubrir la verdad sobre lo que pasó ese día. critica: No puede negarse que detrás de La casa de los abuelos hay una notoria intención lúdica a la hora de plantar el tono de la historia. No obstante, la peli quiere internarse de lleno en el género del terror. Y aquí es donde varias cuestiones empiezan a hacer serios cortocircuitos. Toda la verdad . Problemas serios de registro actoral: la cámara se centra mucho en las expresiones detalladas de personajes con un espectro de emociones muy acotado. Estupor, asombro, temor...poco más. . Problemas de climax: no es que no haya momentos de tensión. Todo lo contrario, cada cinco minutos parece que algo muy grave va a pasar y toda la dirección eleva los tonos de cero a cien. De manera constante y con un cierto rasgo estilístico que lamentablemente no cuaja. Pasada la media hora, la peli se vuelve previsible a niveles alarmantes. .La cámara: va demasiado rápido. Hace explotar de inmediato un suspenso que no termina nunca de construir. El resultado final es un histrionismo exagerado y crónico. .La trama: quizás lo más interesante, pero el tratamiento, la ejecución la anticipa muchas veces sin pretenderlo. En su tendencia a hacer de todo una hipérbole, La casa de los abuelos parece rayar la comedia involuntaria. Se transforma en una parodia de sí misma. Hasta el mismo fantasma parece una muñeca pepona pasada por el microondas. Inspira la risa y desconozco hasta que punto estos efectos eran los buscados por la dirección. Toda la verdad
Muchos meses después de recorrer la campiña de restaurante en restaurante, Steve Coogan y Rob Brydon reciben el encargo de un nuevo viaje gastronómico, esta vez por Italia. Estos dos improbables amigos conducen por todo el país mientras vuelven a discutir sobre la vida, el amor y el cine. critica: The Trip fue originalmente una miniserie de 6 episodios emitida por la BBC en 2010. Ese mismo año se estrenó una adaptación cinematográfica que cortaba ostensiblemente su duración (de casi tres horas se pasó a unos 107 minutos) y que fue la que se popularizó fuera del Reino Unido. Esta cinta situaba al actor Steve Coogan y al humorista Rob Brydon dispuestos a emprender una ruta gastronómica por el norte de Inglaterra con la misión de escribir un artículo para The Observer. Interpretándose a sí mismos, Coogan y Brydon protagonizaban un divertido film repleto de gags e imitaciones pero que también tenía su parte dramática: el cineasta Michael Winterbottom parecía establecer una comparativa entre Coogan, cuyos nexos emotivos y familiares no paraban de cercenarse y Brydon, de carácter más humilde tanto en espíritu como en estilo de vida. Viaje a Italia Varios años después, los dos protagonistas de aquella cinta se reúnen de nuevo con el mismo propósito pero esta vez con diferente destino. En Viaje a Italia, también concebida inicialmente como una miniserie, la curiosa pareja recorre de norte a sur el país transalpino para degustar un plato tras otro. Pero, como las primeras escenas muestran, esta vez las personalidades parecen cambiadas. Coogan ha vuelto a unir lazos con su hijo, amén de encontrar una necesaria estabilidad laboral. Por el contrario, a Brydon parecen no irle demasiado bien las cosas por casa, toda vez que las conversaciones telefónicas con su mujer (tan graciosas en la primera entrega) suponen un dolor de muelas para ambos cónyuges. Aunque los protagonistas hayan dado un giro de 180 grados a sus respectivas vidas, la base de la película permanece siendo exactamente la misma. Viaje a Italia se compone de secuencias en restaurantes donde los protagonistas mantienen pequeños debates que acaban desembocando en un torrente de imitaciones que, alternadas con planos de la preparación y servicio de los platos, suponen la esencia del film. Pero también se mantienen las conversaciones telefónicas, las secuencias en la cama antes de apagar la luz, las reflexiones en torno a un poeta (en esta ocasión, Lord Byron), la aparición de los mismos personajes secundarios… Incluso las tomas de los protagonistas llegando al restaurante son similares a las de The Trip. Todo este calco técnico y visual no sería un problema si el fondo de la película estuviese plenamente renovado. Por desgracia, Viaje a Italia tampoco aporta suficientes novedades en el guión como para alejarse del fantasma continuista. Más allá del mencionado intercambio de personalidades entre Coogan y Brydon, que peca de cierta simpleza, muchas de las gracias realizadas por este último están rescatadas de su antecesora hasta que sea imposible escapar a la sensación de que estamos ante un déjà vu constante. Es posible que una de las causas de este bajón de calidad venga dado por el hecho de que esta vez el montaje para cines parece no haberse realizado con tanta gracilidad como en su antecesora. Que en el segundo minuto de película los protagonistas ya estén en territorio italiano es un primer signo de que el ritmo no está todo lo ajustado que debería, combinando alguna secuencia demasiado atropellada con otras de carácter algo lento. Viaje a Italia sigue siendo una película simpática y divertida de ver, pero ya no posee el gancho que sí tuvo la primera parte. Winterbottom ha eliminado las virtudes de su antecesora al mismo tiempo que recicla sus errores (resulta muy pesada tanta insistencia con Lord Byron, como sucedía con Wordsworth en The Trip), otorgando un producto final digno pero mejorable y bastante lejos de las expectativas que podían existir con el cambio de localización y el hecho de que el paso del tiempo afectara a los protagonistas. Por cierto, ya está totalmente confirmado que va a haber una tercera serie (suponemos que también tendrá su adaptación al cine) ambientada nada menos que en España, con un rodaje que comenzó el pasado mes de septiembre. Veremos si Winterbottom es capaz de cambiar de nuevo el signo de la saga. Álvaro Casanova - @Alvcasanova Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito) Viaje a Italia
URSS, 1983. El cosmonauta héroe soviético Vladimir Veshnyakov trae una criatura alienígena a la tierra ... en su propio cuerpo. En el laboratorio secreto de la ciudad del régimen, la neurofisióloga Tatyana Klimova intenta salvar al astronauta del monstruo, descubriendo que está experimentando un interés más que profesional en su paciente. critica: Sputnik (2020) se trata de una producción rusa que en teoría había de haber sido estrenada en cines este año, pero debido a las circunstancias relacionadas con la Pandemia del Covid-19, la película ha sido distribuida por plataformas digitales como IVI, More TV, Wink. La película supone el debute en la dirección de Egor Abramenko, quien trabajó como asistente de dirección en la película también de ciencia ficción Atracction (2017), dirigida por el veterano Fedor Bondarchuk, que a su vez aparece en el filme como actor. Sputnik La crítica rusa ha acogido la película de manera considerablemente más negativamente que el público. Muchos de los críticos han relacionado la película con el nombre de Fedor Bondarchuk, un actor y director, conocido en su faceta de cineasta por realizar películas de consumo fácil, como podría ser la citada anteriormente, Atracction (2017). Pero lo cierto es que la huella de Bondarchuk solo se puede comprobar en su faceta de actor. En contraposición, la película ha recibido mejor acogida entre el público, en la página virtual Kinopoisk, la película tiene un 6,2 de valoración media. Sí, es cierto que el alienígena de la película tiene varias similitudes con el de la película americana Life (2017), en su concepción artística, pero también que el diseño de producción es notable. A pesar de que se cuida de no explotar localizaciones que podrían ser muy caras (y por eso hay una economía de localizaciones palpable), todo lo que vemos en pantalla denota mimo por representar la época en la que está ambientada el filme. Teniendo en cuenta, claro, que estamos ante una película de ciencia ficción y terror, y no ante una película histórica. Sí, es cierto que el alienígena de la película tiene varias similitudes con el de la película americana Life (2017), en su concepción artística, pero también que el diseño de producción es notable. A pesar de que se cuida de no explotar localizaciones que podrían ser muy caras (y por eso hay una economía de localizaciones palpable), todo lo que vemos en pantalla denota mimo por representar la época en la que está ambientada el filme. Teniendo en cuenta, claro, que estamos ante una película de ciencia ficción y terror, y no ante una película histórica. De hecho, la película tiene bastantes similitudes en términos argumentales con Life (2017), película de ciencia ficción reciente. Al igual que en aquella obra, el extraterrestre no aparece definido como un ente peligroso desde el primer minuto (más allá de la secuencia inicial), sino que es un objeto de estudio científico (o de contención) en primera instancia. Los personajes protagonistas se enfrentan a una amenaza desconocida cierto, pero el miedo precisamente viene por lo que no se sabe, y no por la primera reacción. Eso en cuanto a la primera mitad del metraje, donde la película está más cerca de la ciencia ficción que de otro género. Posteriormente, en la segunda parte la película gira al terror. La película cumple, aunque se le echa en falta algo de profundidad. Se dedica a limitarse un esquema sin añadir nada complejo o que resulta interesante para un análisis profundo. Una película comercial, en todos los sentidos del término. Además, a mitad de película nos encontramos con un bajón importante dentro del ritmo. La película se estanca y no tiene muy claro que quiere contar, entrando en subtramas (con flashbacks absurdos) sobre traumas infantiles que solo sirven para rellenar metraje. Quizá, a pesar de que pueda sonar tópico, recortando metraje habría funcionado mejor. Como ya apuntamos en la crítica hecha a la película Kalashnikov (2020), uno de los leimotivs de las películas rusas comerciales actuales ambientadas en el período soviético es el de presentar a las autoridades soviéticas como funcionarios cuadriculados que son incapaces de seguir lo que no sea seguir los márgenes de la regla. En la película incluso las autoridades dan de comer al parásito para tenerlo bajo control, que por otra parte, en cuanto a términos estéticos resultan los más interesantes, en gran medida por no tener parangón en otras películas contemporáneas rusas. Conclusión La película no es la gran obra de ciencia ficción que estábamos esperando, pero tiene un cierto interés para poder ser vista como curiosidad. Crítica escrita para Cinemagavia.es Sputnik