Baby, un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños, Baby ve una oportunidad de abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de haber sido forzado a trabajar para un jefe del crimen, deberá dar la cara cuando un malogrado golpe amenaza su vida, su amor y su libertad. critica: Ladrones de bancos; tiros; persecuciones a todo gas; clásicos del rock, del funky o del pop... Y sí, un reparto en estado de gracia. Eso es Babby Driver, el regreso a la dirección de Edgar Wright, quien nos tenía muy abandonados desde su última película en 2013 (Bienvenidos al fin del mundo). Por cierto, para los olvidadizos, el mismo responsable de Zombies Party. Baby Driver Así pues, con este calor asfixiante y en pleno verano, qué más se le puede pedir a una película que entretiene y te hace olvidar el infernal fuego que te atrapa entre el cielo plomizo y el agrietado asfalto. Pues nada más que lo que 'Baby Driver' ofrece: dos horas de puro espectáculo cinematográfico. Edgar Wright escribe y dirige, con su sello propio, una película que refresca al género de ladrones de bancos, policíaco y de acción de la última década. Tiene hermanos mayores como 'Ronin', 'The Town' o 'The Italian Job' -y menos pretensiones que 'Drive', por suerte para nosotros-. Pero 'Baby Driver', desde su nacimiento -con una huida antológica y un plano secuencia posterior más bárbaro si cabe, mediante- crece por sí sola y se erige como un tótem del género. El guión, repleto de diálogos sólidos y escenas vertiginosas, desborda dinamismo hasta completar dos horas de metraje sin perder frescura. Mezcla acción, comedia negra e, incluso, ciertas gotas de drama, en un abrir y cerrar de ojos. Casi sin enterarte, como Baby al volante, te mueve de un lado a otro de la pantalla. Y utiliza algo tan trillado como la nostalgia por los clásicos del rock, del funky o del pop, de una forma muy sutil y a la vez tan evidente como un golpe en la cara, para agrandar más su estela de entretenimiento y espectáculo. Dos cometidos que cumple y para los que está hecha. Y ello porque esa banda sonora, que llena cada fotograma y se funde con las balas de los tiroteos o las ruedas quemadas en el asfalto, es gloria para los oídos. El oído y la vista convergen en uno solo gracias al pulso de Wright -la música es vital en su filmografía-, que sabe llevar en todo momento y por buen camino el ritmo de la película. Por ello 'Baby Driver' tiene la vitola suficiente para perdurar en el tiempo. Al menos entre aquellos a los que nos gustan este tipo de películas que te hacen olvidarte, por un momento, del día rutinario. De esas joyas que llegan sin hacer ruido, pero rompen por completo los esquemas. Cine al servicio de la diversión. ¿Qué tiene fallos? Claro, como todo en esta vida. Pero son tan pequeños al lado de sus aciertos que no necesitan siquiera ser mencionados. Así que una recomendación, abrochaos los cinturones y a rodar por la carretera del espectáculo visual y auditivo que nos brindan Wright y los suyos. Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/ Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine Baby Driver
Laura y su marido contratan a Elliot, un hombre muy atractivo, para hacer una reforma en su casa. Elliot resulta muy profesional y encantador, pero pronto muestra un especial interés por Laura. critica: Un individuo, con un trauma desde la infancia a causa --al parecer-- de los problemas relacionados con su madre y sus diversas parejas, se obsesiona con una joven, felizmente casada, y pretende crear con ella y con el pequeño hijo su propio núcleo familiar, aunque para ello deba adoptar recursos violentos o llegar, incluso, al asesinato. Una infidelidad peligrosa El guion de este thriller psicológico resulta bastante mermado, y las obviedades argumentales envuelven toda la película, haciendo que se intuyan, ya desde el principio, los acontecimientos de la historia. Así, todo el entramado pierde, ineludiblemente, su interés. Con un ritmo narrativo plano, la obra nos otorga las típicas peculiaridades de estas producciones para televisión: personajes insustanciales, interpretaciones, por lo general, desganadas, contenido muy escueto y ausencia de sorpresa, a la vez de presentar lugares comunes al de otras realizaciones afines; y con un sentido cinematográfico (o televisivo), tanto estilístico como técnico, poco logrado. Nos encontramos, pues, ante una realización para pasar simplemente el rato, sin detalles de originalidad, inquietud, suspense o emoción. Una cinta, en resumen, bastante simplista y vulgar. Una infidelidad peligrosa
Se centra en un excéntrico y decidido equipo americano de ingenieros y diseñadores liderados por el visionario automovilístico Carroll Shelby y su conductor británico Ken Miles. Henry Ford II y Lee Iacocca les dan la misión de construir desde cero un nuevo automóvil con el fin de derrocar el dominio de Ferrari en el Campeonato del Mundo de Le Mans de 1966. critica: Este tipo de películas sobre temas tan minoritarios como el automovilismo, y más cuando se trata de una competición algo más desconocida (no es la más popular F-1) y ambientada hace décadas, pueden enfocarse de dos maneras: Le Mans '66 - una es hacer una cinta que tome como trasfondo el automovilismo, pero buscando ante todo un entretenimiento, espectáculo sin más para los que son aficionados y para los que no (sobre todo para estos últimos, que son la mayoría). Aquí, cualquier parecido con la realidad, tanto en los personajes como en el desarrollo de las carreras, es pura coincidencia, ni se pretende. Ejemplos podrían ser "Días de trueno", o sobre todo la disparatada "Driven", con el inefable Stallone. - la otra sería un tipo de película con rigor histórico y técnico, para reflejar de la forma más fiel posible cómo eran este tipo de carreras. Entonces el problema es que puede convertirse en un pseudo-documental que hará las delicias de frikazos de las competiciones del motor, pero resultará tediosa para el público general, que además no entenderá buena parte de los aspectos técnicos. En esta línea se encuentra la célebre cinta de "Las 24 Horas de Le Mans" de Steve McQueen, y la magnífica "Grand Prix" de John Frankenheimer. En cualquier caso el nicho de espectadores de estas dos claramente son aficionados al deporte del motor. Pero ambas tienen el gran acierto de entregar una recreación dramatizada. Es decir, una historia de ficción con personajes ficticios, aunque tomando como inspiración, respectivamente, una carrera (Le Mans 70) o campeonato real (el mundial de F-1 de 1965), y personajes reales. Se tomaba así la prudencia de no querer contarnos en ningún momento unos hechos reales al 100 %, algo que sí pretende hacer “Le Mans ‘66”, y es ahí donde naufraga estrepitosamente. Una mezcla de ambos planteamientos se produjo, de forma muy acertada, en la estupenda “Rush” de Ron Howard. Pero si esto era lo que se pretendía en “Le Mans ‘66”, el resultado ha sido equivocado, porque al final es una película claramente orientada al espectáculo palomitero con el grave error, que a mi juicio condena la cinta, de querer, presuntamente, contarnos unos hechos y personajes reales. Y no lo hace, porque casi todos los aspectos técnicos, cronológicos, o deportivos que aparecen, están manipulados, o directamente inventados, falseados. Es decir, que el rigor histórico que se supone debe tener, no existe por ningún lado. Director y guionistas juegan con la baza a favor que el 99,9 % de los espectadores de esta cinta no tendrán ni idea de cómo se desarrollaron realmente los hechos que ocupan la película, el célebre duelo entre el gigante norteamericano Ford y el prestigioso Ferrari a mediados de la década de 1960. Para situarnos, convendría saber que en aquella época, el campeonato del mundo de resistencia, con coches tipo GT y sport-prototipos, era una competición con tanto prestigio o más que el mundial de F-1, y la carrera reina era las 24 Horas de Le Mans. Desconociendo esta historia, posiblemente la película incluso dejará un buen sabor de boca: escenas más o menos espectaculares de carreras, sonido atractivo, actores populares… incluso hay buenos y malos, épica, drama... Es decir, que la película cumple correctamente con el factor espectáculo. Y digo correctamente sin más, porque también en el apartado técnico esperaba “algo” más. No está mal resuelta, pero tampoco se hace gala de unos medios técnicos apabullantes. Incluso antes de verla pensaba que habrían utilizado de forma más amplia efectos digitales para recrear ciertos coches de carreras de la época, o diversas zonas del circuito de Le Mans, y luego no es así. De hecho, algunos aficionados echarán de menos un buen número de coches de la época que no aparecen, y peor aún, como varios otros son burdas recreaciones que ni siquiera se parecen a los originales. Resulta sorprendente como la película de McQueen, rodada en 1970, sí era capaz de mostrarnos algunas réplicas extraordinariamente fieles, y en cambio en esta, 49 años después, con unos medios técnicos infinitamente superiores, aparecen algunos coches totalmente falsos, inventados (pocos, cierto, y sólo al final, pero ahí está el dato). Además, algunas escenas en pista de Le Mans quedan desangeladas y se echa en falta algo más de “tráfico” en pista, público, etc. En cuanto a los actores, pues Matt Damon está en su línea, como una paella sin sal, y el que más se esfuerza es Bale, que este sí es un actorazo, pero tampoco será su papel más recordado. Además, por desgracia, el penoso doblaje daña bastante el resultado final. Imagino que en V.O. ganará enteros. Pero vamos al meollo de mi crítica: la historia y su rigor. El guión se basa en el libro de A. J. Baime “Go like hell”, pero mientras que este autor hacía en su obra una versión novelada manteniendo el rigor y con un buen trabajo de investigación, aquí los guionistas se han tomado todas las licencias habidas y por haber, y aunque evidentemente se toman como base unos hechos reales, el error imperdonable es que lo haga con falsedades y gazapos históricos de primer orden. El espectador “normal”, tan feliz, se irá a casa creyendo que ha visto una historia real, pero los cuatro frikazos que saben cómo fue esta historia en realidad (entre los que me incluyo), pues se van pensando que vaya invención peliculera; no se entiende por qué todo debe contarse con tantas mentiras. En “Rush”, aunque los hechos se contaban de una forma que buscaba el espectáculo y llegar al gran público, se respetaban de forma fiel muchos aspectos deportivos, como resultados de carreras, los coches que aparecían, etc, algo entiendo que imprescindible en una historia real llevada a la pantalla, y que además hacía las delicias de los aficionados al motor. En cambio, en “Le Mans ‘66” no sucede lo mismo. En la zona de spoilers dejo unos cuantos ejemplos de ello. Le Mans '66
Manuela "Pipa" Pelari ya no es la misma. La mujer dura y aguerrida que sobrevivió a su paso por la Policía a fuerza de romper las reglas y guardar secretos oscuros decidió cambiar de vida. Después de abandonar su trabajo como investigadora y dejar en libertad a la tratante Cornelia Villalba, cayó en picada. Su tía, Alicia Pelari, la rescata y la lleva a La Quebrada, un pueblo pequeño y sencillo del Norte critica: Netflix retoma el personaje de la detective Manuela Pipa Pelari ya planteado en películas anteriores "La corazonada" (2020) y "Perdida" (2018) constituyendo así una trilogía de bazofias infumables en donde una historia mal planteada se conjuga con un guión mucho más complicado que inteligente que es representado por un plantel actoral irregular. Pipa La película es como un episodio monótono de una serie de investigación criminal, si bien hay en el guión demasiadas subtramas para una sola película, esto lo único que hace es complicar las cosas desorientando al espectador. Parece una película que se ha hecho con episodios de series policiales ensamblados de cualquier manera y sin mucha razón aparente. La producción en cuanto a fotografía y ambientación luce cuidada, casi impecable. Pero... el plantel actoral combina actores famosos (no por ello buenos, la fama no es sinónimo de calidad) con pésimos actores. Luisana Lopilato es sencillamente de madera (de la más dura que hay) por lo tanto es imposible creer en el personaje que interpreta. En fin... esta película tiene su marca Netflix: buena producción desperdiciada en una película pésima en donde su falta de vuelo creativo y total ausencia de creatividad hacen que cada "Original Netflix" sea algo tan intrascendente como soso. Película Netflix, que garantiza su total mediocridad. . Pipa
Kenny Wells es un fracasado hombre de negocios reconvertido en un moderno explorador, desesperado por tener un golpe de suerte. En un último esfuerzo, Wells se asocia con un geólogo, con la misma poca fortuna, para ejecutar un plan tan descabellado como grandioso: encontrar oro en las profundidades de la inexplorada jungla de Indonesia. critica: Siempre he pensado que, si al salir del cine, lo único bueno que puede destacarse del filme es la gran actuación del protagonista... las cosas no se han hecho del todo bien. "Gold" es una película confeccionada a la medida del -por otra parte, absolutamente previsible- lucimiento de un actor que lleva ya muchos años demostrando encontrarse en la cúspide interpretativa. McConaughey nunca falla, pero esta vez su personaje (no describiré ninguna de sus cualidades o características, porque creo que rompería la magia) no se antoja tan electrizante, tan poderoso como en otras ocasiones, incluso diría que peca de redundancias o matices trillados ya de antaño en la meca hollywoodense... aunque tal vez sea ese el sentido final: el ascenso y la caída, la revisión del mito clásico del perdedor, con todos sus vericuetos y escenarios vitales comunes. Ah, y para colmo de lo rutinario, se suman los problemas de alcohol... Gold, la gran estafa Mención aparte merece la mesura (e incluso ternura) de Edgar Ramírez, con un personaje secundario que nunca abandona las buenas formas, la elegancia y esa calidez hierática que le proporciona un magnetismo invulnerable... aunque no arrollador. Cada minuto del metraje, a pesar de su excelente fotografía, de sus paraísos situados en la Indonesia más primigenia (quién no quisiera sobrevolar esas montañas... pero solo sobrevolarlas, desde lo alto de una confortable cabina de helicóptero), de sus giros argumentales casi constantes, de las subidas y bajadas de una montaña rusa que no llega a impresionar demasiado (como esos receptáculos de realidad virtual de finales de los años 90... todos salíamos un poco decepcionados de aquello), del esfuerzo de sus actores y actrices por intentar demostrar la "relevancia y trascendencia" de la historia que se refleja... lo cierto es que todo se antoja un rompecabezas compuesto por miles de fragmentos de otros filmes que alcanzaron la cumbre. No se percibe la originalidad, no se termina de disfrutar la dirección, no acabamos de empatizar con la dureza de las circunstancias... es como si hubiésemos visto cada situación antes. Otra de sus supuestas fortalezas, la impactante transformación física del protagonista, se percibe ya como un recurso desgastado: McConaughey adelgazó terriblemente hace pocos años, destruyendo su figura apolínea para interpretar al oscarizado cowboy Ron Woodroof, en la archireconocida Dallas Buyers Club... ahora aparece en pantalla con muchos kilos de más y... un momento... ¿no lo hizo hace poco Christian Bale? - Grandes actores, excelentes actuaciones... pero no soberbios personajes (están plagados de esquemas emocionales recurrentes; otros son literalmente planos). - Buena dirección... pero no inspiradora. No aporta nada excepcional. - Interesante guión... pero previsible a pesar de sus constantes giros argumentales. - Escenas y actitudes que ya hemos visto antaño. - Guión susceptible de revisión. - Excelente caracterización... pero eso no debería convertirse en el elemento más destacable. Y me temo que ha sido así. Gold, la gran estafa
Durante el invierno de 1952, las autoridades británicas entraron en el hogar del matemático, analista y héroe de guerra Alan Turing, con la intención de investigar la denuncia de un robo. Al final acabaron arrestando a Turing acusándole de indecencia grave, un cargo que le supondría una devastadora condena por una ofensa criminal: ser homosexual. Los oficiales no tenían ni idea de que en realidad estaban incriminando al pionero de la informática actual. Liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, se le conoce por haber descifrado el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. critica: Puntual a su cita llega el intento anual de la compañia de los hermanos Weinstein por acaparar los grandes premios anuales en el mundo del cine. Después de que “La Gran Estafa Americana” les saliera rana en este aspecto, este año apuestan algo más sobre seguro bajo el género del biopic, que tanto suele agradar a académicos y críticos. The Imitation Game (Descifrando Enigma) Ante todo, “The Imitation Game” es una película biográfica realmente ejemplar. La vida del criptógrafo Alan Turing cuenta con todos los elementos para resultar interesante y la película del noruego Morten Tyldum los aprovecha de manera inteligentísima. Turing es un personaje lo suficientemente desconocido, complejo, fascinante y relevante en la historia de la humanidad para que la dirección de Tyldum y el fantástico guión de Graham Moore salgan victoriosos apostando todo a la carta de su personaje protagonista, sin caer en la tentación de desviarse hacia otros personajes o al entorno histórico en el que se desarrolla su historia, por muy relevante que este sea. Un film de corte clásico, con un montaje sobrio que utiliza de manera elegante y sin abusar el recurso del flashback, cuyos artífices están tan seguros de su apuesta que se permiten casi prescindir de localizaciones exteriores y de escenas bélicas o que muestren en pantalla las consecuencias directas de la segunda guerra mundial, desarrollando la totalidad del film en un par de interiores y focalizando la acción en los diálogos y la interacción del omnipresente Turing y el resto de los personajes. De esta manera se evita que la cinta se vaya a las tres horas de duración por exceso de ambientación e información (una de las lacras habituales de este tipo de películas) y además crea una constante sensación de distancia entre el conflicto bélico y los protagonistas, básica para comprender como resultaron de decisivas sus acciones, pese a los kilómetros que les separaban de la guerra propiamente dicha. La estructura subterranea de thriller y la sensación de urgencia en la carrera contra el reloj, aportan fluidez a la trama, sin olvidarse nunca del objetivo principal, que es ofrecer el más completo retrato de su protagonista. Una vez que decides apostar todo al personaje retratado, no queda otra opción que confiar tal responsabilidad a un actor descomunal. Si el año pasado fue el año de Matthew McCohaughey, este ha sido sin duda el de Benedict Cumberbatch. El actor británico está aprovechando su dulce momento eligiendo con maestría los proyectos donde interviene, siendo muy consciente de que este es el año en el que su estatus pasa de grandísimo actor a superestrella. Consciente de que él es la película, Cumberbatch se mete en la piel de Turing regalándonos un auténtico festival de intensidad y matices. Al igual que cuando interpreta a Sherlock Holmes, es un espectáculo verle simplemente pensar. Presente en la práctica totalidad de los planos del film, no para de transmitir inteligencia, vulnerabilidad, carisma, soberbia, timidez, soledad, dolor… Sencillamente enorme, los premios cinematográficos son siempre caprichosos y habrá que contar con una fiera competencia, pero si Cumberbatch se alza con el Oscar o el Globo de Oro será con el total de los merecimientos. El resto del fantástico reparto cumple magníficamente, sin olvidar por un momento su papel secundario y sin ensombrecer jamás a su protagonista. Destacan una Keira Knightley que mejora como actriz película trás película y un Mark Strong impecable como director del MI6. Charles Dance y Matthew Goode rebosan presencia y elegancia puramente británicas. Más allá del descaro en la intención de acaparar galardones o ciertas similitudes en la personalidad de su protagonista o el estilo clásico de dirección que comparte con “Una Mente Maravillosa”, “The Imitation Game” es una de las mejores experiencias cinematográficas del año y, por encima de todo, un homenaje tan auténticamente sentido y necesario como desgraciadamente tardío a un ser humano cuyo único pecado fue ser diferente en una época (no tan lejana) tremendamente bárbara. Un alma atormentada devorada por los secretos que guardó durante toda su existencia y una persona absolutamente machacada y castigada por la vida de manera tan injusta e indignante como desproporcionada. El cine consigue de nuevo hacer justicia, dándonos a conocer un personaje decisivo para nuestra historia reciente y lo hace entreteniendo, fascinando y emocionando. Poco más se puede pedir. http://losreyesdelmando.com/2014/12/26/critica-the-imitation-game-descifrando-enigma/ The Imitation Game (Descifrando Enigma)