Dos niños de las favelas de Río de Janeiro encuentran una cartera en el vertedero donde buscan a diario, pero no se imaginan que este descubrimiento podría cambiar sus vidas. Cuando la policía local aparece para ofrecerles una generosa recompensa por la cartera, los dos chicos, Rafael y Gardo, comprenden que han encontrado algo importante. Deciden recurrir a su amigo Rata y los tres se lanzan a una extraordinaria aventura para intentar quedarse con la cartera y descubrir el secreto que esconde. critica: Esta simpática muestra de cine entre étnico y de denuncia tiene dos laureados antecedentes: “Ciudad de Dios” (2002) de Fernando Meirelles y “Slumdog Millionaire” (2008) de Danny Boyle. Pero carece de la contundencia impactante de la primera y de la sorpresa seductora de la segunda, contentándose con ser una amable cinta llena de tópicos y buenas intenciones, pero demasiado blanda, trivial y acomodaticia. Sin la existencia de esos briosos antecedentes podríamos estar ante una propuesta original, colorista y novedosa, pero en realidad no hace sino recorrer terrenos ya conocidos, muy en la honda del cine ‘comprometido’ de masas de fácil consumo, recogiendo dos o tres ideas de moda (la corrupción política, la bondad de la pobreza, la infancia como refugio de la esperanza) pero sorteando cualquier hondura, evitando penetrar en las complejidades inherentes de lo que narra, limitándose a entretener, sin más. Trash, ladrones de esperanza Quizás lo peor sea que tras la proyección nos quedemos pensando en la película que podría haber llegado a ser y no es, o en la película que debería haber sido y nro alcanza a ser, olvidándonos de lo que realmente hemos visionado: un entretenimiento comercial sin otra pretensión que llegar al gran público, suavemente acusatorio, amablemente comprometido y embaucadoramente intenso. Hay demasiado brillo impostado, ternura esforzada y encanto tercermundista como para que se la pueda tomar en serio. Sobre todo el final resulta demasiado conciliador, afable y optimista, trivializando y devaluando toda la crudeza, penalidades y desolación a la que hemos asistido. Y esto hace casi olvidar que en realidad estamos ante una cinta muy entretenida, intensa, intrépida y vibrante, que si bien no trasciende sus limitaciones, consigue ofrecer un espectáculo digno y esforzado. Tras la proyección queda el agridulce sabor de la decepción. Hay mucho talento en la dirección y cierto riesgo innegable en la temática elegida, pero perdura la sensación de estamos ante un planificado engaño pacientemente fabricado en algún despacho de un productor sagaz que cree saber lo que el público quiere ver y hasta dónde se puede y debe llegar abordando temas de actualidad, pero tratando de no traspasar la corrección edulcorada y de no irritar a los biempensantes espectadores del primer mundo, que son los que se van a gastar los cuartos al ir a ver esta cinta. La suavidad como esencia para recuperar el dinero de la inversión. En conclusión: buen espectáculo de entretenimiento que se queda corto. La denuncia queda diluida y abortada por la cobardía. Trash, ladrones de esperanza
Justine Grace está desesperada por arreglar su vida, su matrimonio con su esposo Tom y ella misma. Cuando Domenic, un apuesto profesor de yoga, se interesa por ella, parece que él podría finalmente traer felicidad a su vida. Sin embargo, tiene ideas que van más allá del yoga. Justine debe encontrar la fuerza dentro de sí misma para salvar su matrimonio, salvar su vida y sobrevivir a un sociópata mientras intenta seducirla a la pose perfecta. Ashley Wood, Brady Smith, estrella de Panos Vlahos. critica: Un psicópata instructor de yoga, obsesionado con mujeres casadas --nunca se explican las razones--, se encapricha de nuevo con una de ellas. Psycho Yoga Instructor El guion de este thriller psicológico resulta pésimo, y la trama, casi en su totalidad, está plagada de tiempos vacíos: secuencias de clases de yoga con sus correspondientes y dificultosas posturas. Todo un despropósito argumental. Con un ritmo narrativo plano, la película nos muestra las típicas características de estas producciones televisivas: personajes sin esencia, interpretaciones carentes de entidad y ausencia notoria de intriga o de inquietud; y con un desarrollo, lleno de esos aludidos tiempos huecos y de lugares comunes al de otros productos de su índole, insulso, pobre y previsible, sin atisbos de sorpresa, y que solo consigue estupor. Nos encontramos, pues, ante un film que apenas sirve para pasar el rato, sin calidad técnica ni artística, y con un contenido con nulo poder de emoción. Una cinta, en resumen, muy anodina y vulgar. Psycho Yoga Instructor
Howard Ratner es el propietario de una joyería ubicada en el barrio de los diamantes de la ciudad de Nueva York que vende en exclusiva a ricos y famosos. Un día se produce un importante robo que le obliga a tener que afrontar una deuda económica que no está preparado para pagar. critica: Ben y Joshua Safdie dieron el salto hace unos años con Heaven knows what y se consolidaron como talentos a tener en cuenta en 2017 con la estupenda Good time. Dos años después nos presentan su nuevo trabajo, Uncut gems, protagonizado por Adam Sandler, un trabajo que tiene muchísimo en común tanto tonal como estructuralmente con el anterior proyecto de los hermanos y que a mí, y lo digo desde ya, me parece una de las mejores películas de 2019. Diamantes en bruto Uncut gems es un asalto a los sentidos, una puta tortura. Una tortura completamente intencionada y elaborada con muchísima habilidad, pero una tortura. En cuanto Howard sale de la consulta del médico, la película pisa el acelerador y ya no frena. El ritmo es vertiginoso, pero por suerte, el guion es claro a la hora de desarrollar la historia. Tal vez se deba a la relativa simpleza del argumento, pero siempre sabes lo que está pasando. Un joyero judío extremadamente avaricioso busca hacer el trato de su vida mientras huye de unos cobradores y trata de evitar que su vida personal se desmorone. Punto. No hay más. El recorrido de punto A a punto B y de punto B a punto C está perfectamente delineado, porque en Uncut gems el desafío es sensorial, no intelectual. No te pierdes en el argumento, te asfixias. Los hermanos Safdie nos presentan a Howard a través de una colonoscopia. Esta decisión, en palabras del propio Josh Safdie, "is the visual pun of meeting an asshole through his asshole", lo cual tiene su gracia. Pero no solo eso, cuidado. Con esta escena, los Safdie nos introducen literalmente en las entrañas del protagonistas, y durante las próximas dos horas, ahí nos vamos a quedar. Y, como una colonoscopia, la experiencia no va a ser agradable. En absoluto. Howard, como Connie en Good time, no tiene tiempo para pensar. Él reacciona a lo que le viene. Toca hablar de Adam Sandler, porque este es sin duda el mejor papel de su carrera y merece ser mencionado entre las mejores actuaciones del año. Su interpretación es puro instinto, y es él quien propulsa la película constantemente. Su forma de interpretar a Howard nos conecta y nos lleva a casi empatizar con un personaje que es, a todas luces, un gilipollas integral, y es su buen hacer (y la calidad del guion) lo que hace que sientas esa rabia. Lo ves tomar decisión nefasta tras decisión nefasta, y te frustra, pero tanto él como los guionistas nos han dado lo suficiente como para que podamos entender por qué actúa como actúa. En fin, que Sandler empezó la década con Jack y su gemela y la ha acabado haciendo esto. Bravo por él. La banda sonora (espectacular trabajo de Daniel Lopatin) es imprescindible a la hora de orquestar el clima de tensión. Participa activamente en desequilibrar al espectador. Sintetizadores y percusiones. La música invade las escenas con violencia, se detiene, vuelve a arrancar, descoloca. Se utiliza en escenas que ya de por sí están sobrecargadas de información para sofocarte todavía más, porque en el universo de los Safdie, el silencio es un lujo, un lujo que Howard no se merece y no se puede permitir. El montaje es rápido e igualmente agresivo, pero siempre preciso, y los primerísimos primeros planos se encargan de cercan al protagonista, incrementando, si es posible, la sensación de claustrofobia. En fin, que Uncut gems me ha parecido un trabajo fantástico. ¿Lo he disfrutado? A ver, "disfrutar" no es la palabra. Como ya he dicho, no es un visionado placentero. Es estresante. Es frustrante. Es inesperada e inestable. Es un caos, una puta sobredosis de adrenalina y ansiedad, un embiste sensorial de neón y electrónica de dos horas y cuarto. Y también es, en mi opinión, un claro ejemplo de muy buen cine. Consigue todo lo que se propone, tiene un pulso narrativo espléndido y está fantásticamente interpretada y dirigida. En un año que nos ha dado buenísimas películas, Uncut gems se cuela directamente en mi top 5, sin duda. Recomendadísima. Puntuación: 8,6 Diamantes en bruto
Amalie está eufórica porque han seleccionado al grupo de baile del que forma parte junto con Mikael para competir en París, pero el reencuentro con su madre la distrae....Battle: Estilo libre critica: esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Battle: Estilo libre
Un equipo de élite de la agencia antidroga norteamericana (DEA) aprovecha una operación contra un cártel para apoderarse de un botín de varios millones de dólares; poco después, alguien empieza a eliminar a los miembros del grupo para quedarse con todo el dinero. critica: Allá por la primavera de 1984 le dio a Televisión Española por emitir en el programa “Primera sesión” de los sábados una serie de películas italianas, que había adquirido “en lote”, de contenido bastante irregular. Sabotage Ésta, como puede imaginarse, fue una de ellas. Dirigida por Tonino Valerii y protagonizada por el rubio y prolífico actor italiano Franco Nero, narraba una acción o, mejor dicho, una intriga en el desierto del norte de África. Dicha trama, en contra de lo que pudiera pensarse, no estaba mal. Los actores, justitos. La música repetía machaconamente una y otra vez una melodía ejecutada con sintetizador, que acababa haciéndose pegadiza. Y el final, pretendía dárselo de original, y era más previsible que un chotis. Para pasar el rato. Nada más. Sabotage
Un policía leal, en el punto de mira de agentes corruptos y de belicosas bandas de Marsella, debe proteger a su brigada. Y se ocupará personalmente de la situación. critica: Es la esencia del polar lo que sustenta la tensión narrativa en las películas del actor, guionista y director francés Olivier Marchal. La última, de título ‘Bronx’ y producida por Netflix, vuelve a adentrarse en un policíaco de contundente sequedad, con tipos rudos, dónde la trama principal queda supeditada a la gestión de los conflictos interiores y claves que zarandean el estado anímico de los protagonistas. Y por ello resulta paradójico que el retrato que se realiza de los mismos quede en gran medida incompleto. Todo ese torrente dramático que amenaza con explosionar, dando lugar a imprevisibles consecuencias, queda en meros fuegos artificiales, aderezados, eso sí, por un batiburrillo que va in crescendo conforme avanza el metraje. Bronx Lannick Gautry es un agente de la policía francesa que sentirá la necesidad de proteger a sus compañeros de brigada ante el fuego cruzado al que son sometidos por las corruptelas de algunos, las rivalidades que surgen entre bandas criminales y una operación policial fallida. Marchal mueve a sus actores a lomos de un guion enrevesado, difuminando el carácter ético o lícito de los propios actos. Un ejercicio de ambigüedad moral con la que alumbra un thriller que no pasa de discreto. No logra transmitir el turbio enfrentamiento entre buenos y malos de ‘Asuntos pendientes’, con Daniel Auteuil y Gérard Depardieu en un formidable juego de espejos. Ni la negra atmósfera de ‘Mr 73’. Tampoco ayudan unas interpretaciones un tanto sosas, muy alejadas del formidable ejercicio interpretativo de Gérard Lanvin en ‘Los Lioneses’. ‘Bronx’ se mueve bajo unos parámetros mucho más convencionales. Incluso las escuálidas escenas de acción por una Marsella con poco glamour me dejan frío, dado los antecedentes de su creador. En ese tira y afloja para desembarazarse de los clichés del género, Marchal apunta algunas maneras del reciente cine negro francés, pero no termina por apretar el gatillo. Un autor al que se le debe exigir mucho más. Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es/ Bronx