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Historia de Joe Morris y Bernard Garrett, que en los años 50 se convirtieron en los dos primeros banqueros afroamericanos en los Estados Unidos. critica: Un famoso exfutbolista, el día de su presentación como jugador dijo: “correré como un negro para vivir como un blanco”. Esta frase bien podría resumir el recorrido vital de Bernard Garrett (Anthony Mackie), personaje sobre la que George Nolfi (guionista de películas como ‘El ultimátum de Bourne’ y ‘Ocean’s Twelve’) construye ‘El banquero’ (estreno de Apple TV+), su tercer y más destacado largometraje hasta la fecha. Nolfi toma una historia potencialmente aburrida para, con un cursillo atropellado de matemática financiera mediante, levantar un drama contundente. Empleando recursos propios de la comedia y el thriller, orquesta una denuncia social muy dura, destacada a partir de elementos pedagógicos bien hilvanados. El banquero América años 50. Garrett y Joe Morris (Samuel L. Jackson) unen esfuerzos para convertirse en empresarios de éxito. Vivir su particular sueño americano. Son personalidades muy diferentes. Morris ha llevado siempre una vida acomodada, ha saboreado el éxito y le va de fábula. Garrett por contra es oriundo de Texas. Para cambiar su destino ha de seguir el consejo que da en ‘Django desencadenado’ el personaje que interpreta Christoph Waltz tras liberar a unos esclavos: ”emprender camino hacia otra zona más progresista de este país”. Una parte dónde al menos, la discriminación hacia los negros no esté respaldada por las leyes. En la ciudad de Los Ángeles (California) emplearan su talento para triunfar en el negocio inmobiliario. ‘El banquero’ tiene ritmo. Los pormenores de cómo la pareja protagonista cimienta su éxito, están contados con sutileza y gracia. Se aleja del maniqueísmo. Burlar al sistema quizá sea fácil en comparación con la ardua empresa de sortear el comportamiento de una comunidad acostumbrada a la segregación. Poniendo al límite sus capacidades y apelando a la suerte, su siguiente paso será comprar dos bancos en la América profunda. Prestar dinero a la gente de color para que puedan prosperar. Sin embargo, que dos afroamericanos sean parte nuclear del entramado capitalista es harina de otro costal. Palabras mayores. Nolfi aprovecha el carisma de la pareja protagonista para colocar su mensaje. La socarronería con pies en la tierra de uno y la ambición barnizada de idealismo del otro se complementan a la perfección. Vale en los negocios. También en el cine. Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es El banquero
Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a las ayudas sociales. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En el transcurso de sus citas al “job center”, Daniel se cruza con Rachel, una madre soltera de dos niños que tuvo que aceptar un alojamiento a 450 km de su ciudad para evitar que la envíen a un hogar de acogida. Prisioneros de la maraña de aberraciones administrativas actuales de Gran Bretaña, Daniel y Rachel intentarán ayudarse mutuamente. critica: Vi esta película hace unas semanas, cuando se estrenó. Habíamos visto el trailer, y nos pareció interesante. Realmente no teníamos ni idea del bofetón de drama, realidad y dolor al que nos estábamos exponiendo. Yo, Daniel Blake Para mí, es la película del año. Quizá empaticé demasiado con los personajes; es posible. Pero jamás, en mi vida, he llorado de tal manera viendo una película. Es cruda, dura, estremecedora, y con escenas que simplemente, te rompen por dentro como sí te hubiese atropellado un trailer. Se tacha a esta cinta de simplona, de que nos lo dan todo masticado. Que tiene agujeros de guión y que hay ciertas incongruencias. Que es un poco "naive", sí me permitís el anglicismo. Bajo mi perspectiva, la cinta no necesita nada más que lo que tiene. No necesita un fotografía o ambientación más cuidada, más bonita. El tema no va de eso. El tema es la más cruda y pura de las verdades, sin pompa ni adorno. Las interpretaciones, son de diez, todas ellas. Y sí no, al momento del banco de alimentos me remito. Un hombre contra un sistema cruel, injusto. Que nada tiene para él, y cuya única intención es que pase el final de sus días como buenamente pueda, al desamparo del estado. Un tema que no puede estar más de actualidad, por cierto. Por otra parte, nos muestra nuestro lado más humano. Cómo sí que queda caridad entre nosotros, la ayuda mutua, las buenas intenciones. El afán de superación, y que al mal tiempo, buena cara. Un canto a la bondad de las personas, que afortunadamente (o eso quieren dejarnos ver) sigue existiendo, incluso en unas circunstancias, con perdón, tan jodidas y tan crudas, no sólo como la de Daniel. Como la de cualquier persona en riesgo de exclusión por causas económicas ante una inacabable burocracia, y un sistema muy injusto. Mi único "pero", realmente, es lo previsible del final. Pero esta cinta no viene a descubrirnos las Américas, era lo más lógico. Denuncia social, canto a la bondad humana, y 100 minutos de sentimientos a flor de piel, para salir abierto en canal del cine. Sin duda, es muy recomendable. Basta ya de films llenos de efectos especiales, de superhéroes, de mandobles, de comedias rosa pastelera, de sombras de Grey. Basta. Bravo, Ken Loach y Paul Laverty por darnos una historia real. El drama del año. Por ponernos la piel de gallina y por darnos ese empujón de salir del cine queriendo hacer mejor las cosas y con otra perspectiva. Bravo. Yo, Daniel Blake
Ruby tiene mucha energía. Su dueño original la entregó a la Sociedad de Rhode Island para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales debido a su personalidad generalmente "ingobernable". critica: Estamos ante una buena película para ver en familia. Basada en hechos reales, "el rescate de Ruby" nos cuenta una bonita historia, nos entretiene y nos transmite valores positivos. El rescate de Ruby Es de esas películas que se ven con una sonrisa en la cara. A veces apetece ver este tipo de historias más simples, pero que te alegran el día. Su corta duración también es un punto positivo estando en esta época en la que muchas películas son absurdamente largas. Buena interpretación de "flash", aunque obviamente la perra se lleva el protagonismo. Bonita historia, correctos actores, grandes valores y 90 minutos de entretenimiento. Netflix, este es el camino. El rescate de Ruby
Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia y adolescencia, que crece en una zona conflictiva de Miami. A medida que pasan los años, el joven se descubre a sí mismo intentando sobrevivir en diferentes situaciones. Durante todo ese tiempo, Chirón tendrá que hacer frente a la drogadicción de su madre y al violento ambiente de su colegio y su barrio. critica: No se sabe si Barry Jenkins conocerá la castiza expresión "de noche, todos los gatos son pardos". Básicamente, tiene el mismo significado que cuenta Juan, el camello de buen corazón, cuando relata que una anciana le confundió en la noche con cualquier otro, porque todos los chicos eran iguales. Aquella anciana le llamó Blue, solo para sacarlo de ese todo uniforme, para reconocer su existencia. Y es que, efectivamente, en esta vida parece que todos somos iguales, y aún más, que debemos serlo. Moonlight Pero Chiron, el protagonista de esta historia, no lo es. No se siente "normal" y no le hacen sentir "normal" (como si hubiera una definición concreta de esa palabra). Él es diferente, aunque no sepa por qué, pero así se siente. 'Moonlight' es el desarmante retrato de su crecimiento y madurez, lidiando con esa verdad, en un entorno que no le da ninguna oportunidad para expresarla. Ya en el primer capítulo (1. Pequeño) es el monstruo de Frankenstein particular de personas violentas e inmorales, tratando de conciliar en si mismo los pocos conceptos que es capaz de entender sin que nadie se lo diga. "Maricón", "droga", "raro"... son palabras que se escapan a su comprensión, que muchas veces se olvida que un niño no tiene que comprender a corta edad. A su alrededor, los adultos siempre le coartan o le echan en cara su silencio, desestimando enseguida su conversación, pero Juan es el único que quiere compartirlo: como aquella anciana que le hizo reconocerse, él quiere dar lo mismo que recibió. Para Chiron, la gente nombra las cosas, estableciendo lo que son, y teniendo él que nombrar de la misma manera esos sentimientos, verdades, conceptos, cuando está claro que no los percibe igual. En el segundo capítulo (2. Chiron) el desconcierto se mezcla con el voluble carácter adolescente. Un compañero le habla de una chica que se ha follado en la escalera, se lo cuenta con todo detalle, "pues para eso estamos los hombres". Vemos en la cara de Chiron, a través de la intrusiva cámara de Jenkins, que él no piensa de la misma manera, pero calla. Porque su instituto es un mundo de apariencias, de barreras que debes alzar para conseguir ser respetado, o en el caso de Chiron para evitar que te hagan daño. Una lección que él ha aprendido de una madre disminuida e histérica, cuyo único cariño aparece cuando tiene que pedirte algo. Sin embargo, Chiron no espera que esas apariencias estén tan presentes como para no tumbarse con una intimidad en la playa, o un cálido apretón de manos en la medianoche. Si lo pensamos bien, nadie lo espera en realidad, nadie nos dice que lo bueno nunca dura, que el peor golpe lo da el mejor amigo y que debemos ponernos la máscara de quien no somos para sobrevivir a lo que nos dicen que debemos ser. Es algo que aprendemos a golpes, físicos o morales, cuando nos miramos dolorosamente en un espejo y no queremos ser la persona que está al otro lado. Al tercer capítulo (3. Black), Chiron ha adoptado el apodo que le pusieron en su día. Como protección, como costra musculosa en su cuerpo, como un engaño que se ha visto obligado a aceptar para que le dejen en paz. Entonces llega una llamada, un sentimiento, lo único real que le pasó, hace tanto tiempo. No deja de ser curioso, que los que más daño hacen, son los que siempre decían querernos más. Parecería que todos llevamos esa máscara de lo que debíamos ser, y por algún estúpido motivo, nunca nos la quitamos. Hasta que es demasiado tarde, claro, eso siempre pasa. Una verdad dolorosa que establece 'Moonlight' es que nadie nos enseña a vivir la vida. Creemos que tenemos que hacer esto, intentamos adaptarnos... y rara vez nos damos cuenta de que lo que tenemos nunca es lo que quisimos. Nos convertimos en uno de esos que dictan qué es lo "normal" y rara vez nos salimos de ahí. Solo es más tarde, en un recuerdo, en una mirada... cuando podemos encontrar quiénes somos, cuando podemos romper el molde que no nos dejaba movernos Sí, de noche todos los gatos son pardos. Y vivimos sumidos en una larga y oscura noche. Pero eso no significa que nunca podamos salir de ella, si lo queremos lo suficiente. Moonlight
El nieto de un miembro del Ku Klux Klan decide unirse al movimiento de lucha por los Derechos Civiles en los Estados Unidos al cumplir la mayoría de edad. Basada en la obra autobiográfica de Bob Zellner: "The Wrong Side of Murder Creek". critica: En estos momentos en los que la tensión racial en Estados Unidos (y en el resto del mundo) está en un punto álgido, películas como Hijos del sur nos recuerdan que no hemos avanzado nada. O apenas nada. Tremenda fue la década de los 60. Y más si eras negro. Y similar si, como Bob Zellner, eras un blanco comprometido con los derechos civiles y contrario a los movimientos supremacistas blancos como el KKK, al que además lo unían vínculos familiares. Hijos del sur nos cuenta su historia con impactante pasión y compromiso, de forma emotiva y entretenida, pese a que es quizás 10 minutos algo larga, y pese a que Lucs Till no es un actor demasiado solvente. Apenas cambia la cara y el empaque de la historia le queda algo grande. Con todo, una película necesaria, emotiva e importante. Hijos del Sur
David intenta desesperadamente mantener unida a su familia de seis miembros durante la separación de su esposa. Ambos acuerdan ver a otras personas, pero David lucha por lidiar con la nueva relación de su esposa. critica: The killing of two lovers (2020) es una película independiente estadounidense, dirigida por Robert Machoain, que cuenta con una fotografía paisajística que convierte al entorno en un personaje más. Una pareja en crisis, con cuatro hijos de por medio, se separa transitoriamente. El asesinato de dos amantes Por Nicolás Bianchi Los desolados pero bucólicos parajes de Kanosh, una localidad de no más de 500 habitantes en Utah, no solo sirven de escenario sino que intervienen en la trama de drama matrimonial que desarrolla The killing of two lovers. Las calles vacías, los cielos pictóricos y la inmensidad de las Montañas Rocallosas detrás contrastan con la ocre vida cotidiana en la que una pareja, que atraviesa una crisis, intenta reencauzar su vida. En la primera escena de la película David (Clayne Crawford) se encuentra de mañana dentro del cuarto de su por ahora ex mujer Nikki (Sepideh Moafi), que duerme en la cama junto a su nueva pareja. David los apunta con un revolver. Está visiblemente desencajado. Amartilla el arma pero no se escucha ningún disparo. David huye por una ventana y comienza a correr por las desoladas calles del pueblo hasta que llega a su camioneta. David y Nikki tienen cuatro hijos pero, por el momento, viven separados bajo el acuerdo de que tienen libertad para comenzar otras relaciones. Nikki se quedó en la casa familiar mientras que David, que trabaja como peón rural, volvió a vivir a la casa de su padre. La película se centra en David y su dificultad para lidiar con la situación actual de su vida, que lo pone al borde del estallido, como quedó demostrado en la primera escena. The killing of two lovers es un drama matrimonial con la violencia misógina en primer plano pero está contado desde un punto de vista estrictamente masculino. El film no es ni quiere ser feminista (no tiene por qué serlo). En su ritmo cansino, como es la vida en Kanosh, Machoain superpone escenas en las que David se encuentra en soledad con el sonido de un mecanismo que engrana, que bien podría ser el de un arma. Dentro del personaje se deja entrever una combustión, una furia que está originada en el hecho de que Nikki haya iniciado una relación, por más que esté dentro de las posibilidades que habían consentido ambos. Lo metafórico queda del todo expuesto cuando David practica golpes de puño o tiro con un muñeco de goma, similar a un maniquí, que recrea un cuerpo masculino musculoso. Gran parte de The killing of two lovers está narrada con cámara fija y a una distancia considerable de los personajes. En varias escenas los protagonistas ocupan solo un cuarto de la pantalla mientras que el resto se reserva para el cielo, las montañas y los gélidos paisajes del Midwest de los Estados Unidos. La disposición visual permite tanto crear una distancia con lo que sucede como generar, a fuego lento, una tensión dramática. Cuando la cámara se acerca a los rostros de David y Nikki lo que sucede queda naturalmente resaltado. El asesinato de dos amantes