David Cuevas es un hombre de familia que trabaja como recaudador de impuestos de los pandilleros de alto rango de Los Ángeles. Hace colecciones en toda la ciudad con su compañero Creeper asegurándose de que las personas paguen o vean represalias. Una vieja amenaza regresa a Los Ángeles que pone en peligro todo lo que David ama. critica: Madre mía - mira que Ayer tiene alguna cosa buena, pero lo de aquí -- nada -- parece una suerte de episodio piloto de algo que nunca ser hará en TV. Porque falta desarrollo, abunda en clichés, tiene un estilo visual nada cinemático, se desarrolla de manera irregular y -- The Tax Collector No funciona. Los escapismos líricos son sobados. Además, la empatía con su ¿héroe? cuesta -- es un criminal metido en asuntos sucios que acaba manchándose por estar donde está. En cuanto al cierre del film, decir que es insatisfactorio es poco. ¿Lirismo? Nulo. ¿Autoría? Poca. ¿Interés? Escaso. Cuernos, David - me da en la nariz que escribiste el guión que nos ocupa en poco tiempo, caray. Muy poquita cosa, amigos. The Tax Collector
Nada podría ir mejor para Danny, un Mod británico propietario de un club y de una tienda de motos. Pero entonces aparece en su vida Mad Mike, un mafioso que le quiere obligar a participar en un negocio ilegal de drogas. To Be Someone
Harry Feversham es admirado por sus compañeros y está considerado como uno de los mejores soldados de su regimiento. Apasionadamente leal a su bella prometida, Ethne, a Harry se le presenta un prometedor futuro en el ejército y una vida feliz junto a la mujer a la que ama. Pero, cuando un ejército de derviches ataca la fortaleza británica de Jartum (Sudán), su regimiento es llamado a filas y enviado a África. Harry; que se siente lleno de dudas, renuncia a embarcar con su regimiento. Conmocionado por la decisión de su hijo, el padre de Harry lo repudia. Por su parte, los tres mejores amigos de Harry y Ethne le envían una pluma blanca, símbolo de cobardía. critica: El problema de algunos "remakes" es que creen que actualizar la historia consiste en coger a los personajes típicos del siglo XIX y hacerles hablar, pensar y actuar como si fueran del siglo XXI. Sólo hay que ver la escena de la conversación en la tienda de campaña antes de que entren en combate para comprender que es una mala idea. Las cuatro plumas La película de 1939 de Zoltan Korda está basada en una novela de 1902, así que es una película épica, con el toque maniqueo típico de la época que busca entretener y emocionar. Los ingleses son los buenos, los fanáticos islamistas son los malos. El heroísmo, la abnegación y el honor está presente en cada fotograma. Incluso la versión televisiva de 1977 intentaba mantener el guión original. En este remake, la acción se traslada 10 años antes, durante la revuelta del Mahdi. Y como el argumento original evidentemente es inviable en los tiempos que corren, a los británicos ya se les pinta como unos imperialistas occidentales y al Mahdi como un libertador. ¡Pero si el tal Mahdi era un fundamentalista que se beneficiaba del comercio de esclavos! Un poquito de rigor histórico no hace daño a nadie. Más bien es la falta de dicho rigor lo que es perjudicial para la salud mental. Otra cosa, en la pantalla quedará precioso, pero los británicos ya no vestían las casacas rojas en esa época. Los uniformes eran caquis. Y los rifles Martini-Henry no eran de repetición Añadamos a eso una actuación que se puede calificar de "pasable" siendo muy generoso, un montaje bastante malo y un guión a trompicones y ya tenemos una mala película.No recomendable para aquellos que hayan visto las versiones anteriores, sobretodo la de 1939, y que no les guste lo “políticamente correcto”. Las cuatro plumas
Tanto Gi Taek como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo, empieza a recibir clases particulares en casa de Park, las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. critica: Pues mirad por dónde, así a lo tonto, despacito pero con buena letra, de forma constante pero sin hacer mucho ruido, Bong Joon-ho se está labrando una de las carreras cinematográficas más sólidas del siglo. Desde su debut en el año 2000 ha dirigido siete películas, todas interesantes y algunas realmente buenas. Parasite es su séptimo trabajo, y ha sido el que le ha hecho ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, siendo el primer director coreano en conseguir dicho galardón. Parásitos Parasite, como la mayoría de trabajos de Joon-ho, es una obra en constante metamorfosis, una criatura híbrida de pulso impredecible que muta de forma hipnótica, que es una cosa en una escena y en la siguiente es otra. Es comedia negra, drama familiar, thriller psicológico y comentario social, pero en muy raras ocasiones es todo eso al mismo tiempo. La habilidad de Joon-ho reside en cómo transita los cambios tonales, en cómo enhebra los hilos con la precisión de un reloj suizo. Parasite, como Memories of murder y The host, es una película divertida hasta que deja de serlo, una que, en cuanto ve que te relajas en la comodidad que te proporcionan las convenciones de un género, te agarra con violencia y te lleva a otro, confundiéndote, sorprendiéndote y preguntándote en qué momento ha sucedido la transformación. Y de alguna forma, por una suerte de alquimia a la que solo este director parece tener acceso, la película nunca se tambalea. Creo que lo mejor es verla sin saber absolutamente nada de ella, que es como la vi yo, así que voy a ser lo más vago posible a la hora de hablar de su historia. Solo diré que, como ya sucedía en Snowpiercer, la lucha de clases y la estratificación social conforman el núcleo temático de Parasite, pero este es, diría, un trabajo mucho más rabioso. El mundo de Parasite está enraizado en el ahora, en la pobreza, en la ambición, la desesperación y las deudas. Para el Sr. Park, hay una línea que no debe cruzarse, y esa línea es la esencia de toda la película. El guion está lleno de pequeñas sutilezas que enriquecen a los personajes y los enfrentan constantemente. Joon-ho empatiza con la familia Kim, lamenta sus tribulaciones y celebra sus triunfos, los humaniza pero nunca los encumbra. ¿Cómo podría? Tampoco cae en el error de demonizar a la familia Park. Los Park son ingenuos y amables, pero también clasistas y egocéntricos. Ellos viven en su burbuja. Song Kang-ho es el actor que más elogios se está llevando, y se entiende, es el actor más veterano y no es la primera gran actuación que nos regala en una película de Bong Joon-ho, pero la verdad es que todo el elenco está fantástico (pocos directores trabajan las dinámicas de grupo tan bien como él). Visualmente, la película también funciona. Destaco el inteligente diseño de la mansión, metálica y acristalada, fría, casi esquelética. Algo que merece la pena destacar por encima de todo es el uso simbólico de la verticalidad, una manera tremendamente inteligente de distanciar a ambas familias. El director sitúa a la familia Park arriba. Siempre arriba. De camino a la entrevista, vemos a Ki-Woo subir una cuesta de camino a la mansión. Luego, una escalera. Subir significa escalar la pirámide, codearse con la clase alta. Más adelante, el camino inverso. Bajar. Cuánto más bajas, más te acercas al pobre, al desamparado. La familia Kim vive por debajo del nivel del suelo, como bien nos enseña el primer* plano de la pelicula. No son nada. Y qué consecuencias tan diferentes trae la lluvia para unos y para otros. Para mí, si algo flaquea en la película son los últimos diez minutos. En ellos, Joon-ho corre, acelera el desarrollo, recurre a una voz en off barata e innecesaria, y por primera vez en toda la película, peca de impaciente y nos cuenta el desenlace un poco a trompicones. Todo esto hace que los remiendos del guion sean algo evidentes, por desgracia. De todos modos, estos diez minutos me parecen algo debiluchos solo en comparación con el resto de la película y ni por asomo echan por tierra todo lo logrado, que es mucho, muchísimo. Parasite está destinada a convertirse en una de las películas del año. Aún no sé si me parece lo mejor que ha hecho Bong Joon-ho (Memories of murder está al nivel), pero es desde luego un trabajo genial, complejo, lleno de lecturas, sorpresas y giros que funcionan, con interpretaciones notables y mucha calidad visual. De obligado visionado. Puntuación: 8,8 Parásitos
Tras sufrir una caída recogiendo muérdago, Panoramix decide que ha llegado la hora de asegurar el futuro del pueblo. Acompañado por Asterix y Obelix, emprende la búsqueda de un talentoso druida al que quiere transmitirle el secreto de la poción mágica. critica: Comienza bien, con solvencia y conociendo perfectamente lo que debe ser un druida. El listón estaba muy alto con "La residencia de los dioses", pero "El secreto de la poción mágica" logra lo más difícil. Nos interesamos desde el principio por este regreso al bosque de los carnutes, sin comparaciones odiosas con la obra maestra que fue su predecesora. Astérix - El secreto de la poción mágica Con ritmo y presentando nuevos y divertidos personajes (incluyendo un villano carismático que plantea una cuestión bien interesante, ¿por qué Panoramix no se atrevió a utilizar la poción mágica bien repartida por la Galia para derrotar a César?), la búsqueda de un sucesor para el gran druida nos resulta muy atractiva. Gozando de tan buenos ingredientes, es una pena que estas adorables animaciones se pierdan en el tercer acto. Todo está sembrado con el celo de los grandes, pero hay algunos errores que Goscinny y Uderzo no se habrían permitido. Sigo en el spoiler. Astérix - El secreto de la poción mágica
Basada en una novela de Tim Tharp, cuenta la historia de Sutter Keely, un estudiante juerguista que un día conoce a Aimee Finicky, una tímida e inadaptada adolescente. Sutter se propone entonces realizar un experimento social con el fin de comprobar si es capaz de influir en la vida de las personas, y la cobaya será Aimee. critica: Una de las películas más aclamadas del cine independiente norteamericano de este año que está llegando a su fin ha sido 'The spectacular now', una adaptación de una novela homónima escrita por Tim Tharp cuya trama gira en torno a la figura de Sutter, un adolescente simpático, divertido y “fiestero” que, tras ver rota su relación con Cassidy (la típica rubia atractiva y “guay” del instituto), conoce a Aimee, una buena estudiante, tímida, seria y muy responsable pero no precisamente llamativa. Sin saber muy bien cómo, ambos congenian inmediatamente y, aunque Sutter no parece darle mayor importancia al principio, su relación va ganando en fuerza y profundidad rápidamente y pasa de la amistad al amor casi sin pretenderlo. Aquí y ahora Seguramente os suene a historia ya vista “varias” veces en otras películas, y puede que sea así, pero lo cierto es que es una de esas pequeñas y encantadoras historias que enganchan desde el primer momento, básicamente por la simpatía que despiertan sus protagonistas. Los dos jóvenes actores que los interpretan, Miles Teller y Sheilene Woodley, tienen toda la “culpa” de ello ya que su trabajo derrocha toneladas de carisma y naturalidad. Y eso que sus personajes no son planos en absoluto (siendo adolescentes llenos de dudas y a punto de ser adultos, ¿cómo iban a serlo?), lo cual hace más difícil su labor, pero ambos resultan totalmente convincentes en todo momento, tanto en las escenas graciosas como en las más emotivas, las más dramáticas o las más reflexivas. Mención especial para ella que, saliéndose totalmente del prototipo de actriz joven y atractiva, ya dio buenas muestras de tener talento para esto de la actuación en la recomendable Los descendientes y que aquí lo confirma de forma sobresaliente. El resto de secundarios (con “veteranos” como Kyle Chandler, Jennifer Jason Leigh o Saul Goodman, digo, Bob Odenkirk al frente) tampoco desentona, pero sus apariciones son breves y quedan eclipsadas por la historia principal. Pero las actuaciones no son, ni mucho menos, el único punto fuerte de la película. El guión que han escrito Scott Neustadter y Michael H. Weber para trasladar al cine la novela en la que se basa también es magnífico. Ambos fueron los guionistas de esa imprescindible joya que es '(500) días juntos' y aquí vuelven a demostrar que saben hacer bien su trabajo. A través de unos diálogos creíbles y ágiles pero a la vez profundos y reflexivos, nos muestran perfectamente todos los miedos, inseguridades, esperanzas e ilusiones que se entremezclan a esa edad en la que se deja (o “se tiene” que dejar) de ser niño para dar el paso a la vida adulta. Además, tejen una historia que fluye con sencillez, combinando hábilmente los momentos cómicos con los dramáticos y sin forzar los acontecimientos prácticamente en ningún momento. Las distintas subtramas ayudan a dotar de mayor complejidad a los protagonistas de la historia, y tan solo me ha parecido un tanto descafeinada la del padre de Sutter, ya que a pesar de su transcendencia es la parte que más aburrida y predecible se me hizo. El joven director James Ponsoldt sabe aprovechar todos estos buenísimos ingredientes que tiene a su disposición y logra crear un filme muy interesante, entretenido y de tono realmente agridulce, entre melancólico y optimista, que durante buena parte de su metraje nos habla del manido “aprovecha el hoy, vive el presente” pero que al final nos recuerda que pese a ello tampoco hay que descuidar el futuro, contagiándonos así una especie de “entusiasmo realista” y dejándonos un gran sabor de boca cuando termina. Lo mejor es que en ese momento tienes la impresión de haber visto algo trascendente, no un mero entretenimiento sino una historia que te va a dejar cierto poso, y eso es algo que cada vez menos películas consiguen. Aquí y ahora