Precuela de "El exorcista" (The Exorcist, 1973), de William Friedkin, que relata el primer encuentro del padre Lankester Marin (Stellan Skarsard) con el diablo, en África, durante la Segunda Guerra Mundial. critica: Curiosa historia la de El exorcista: El comienzo. Schrader la rodó enterita y su montaje disgustó tanto a los productores que ofrecieron a Renny Harlin volver a hacerla desde el principio. Harlin aprovecha alguna de las escenas de Schrader para hacer, según mi punto de vista, una película mucho mejor que La versión prohibida (la de Schrader, que por desgracia no hace honor a su nombre). El exorcista: El comienzo De Renny Harlin había visto poco. La jungla 2 y Pesadilla en Elm Street 4. Los dos trabajos del finlandés me habían disgustado bastante, la verdad. El guion de Alexi Hawley está construido para ser fiel a la película de 1973 y darle un orígen digno. Sin alardes ni yéndose por las ramas, lo consigue (relativamente). Harlin utiliza trucos de mercadillo para asustar y convierte la película en un clon de cualquier producción de terror actual, en la que manda la poca luz y los sustos son previsibles, pero así y todo consigue ser la única que consigue, a menor escala, sobresaltar del mismo modo que la primera. Harlin tira de gore y de cambios de plano simples para asustar al espectador, que es de lo que se trata, pues quien piense que puede hacerse una secuela digna de un clásico atemporal como es El exorcista está muy, muy equivocado (yo lo estuve). Lo peor de la película son, sin duda, los efectos digitales. Lo de las hienas, en pleno siglo XXI, es inaceptable. Sin embargo, los efectos que se utilizan en el desenlace son bastante sorprendentes, visto lo visto. Stellan Skarsgard es un crack. El actor sueco se las apaña para brillar con cualquier papel, ya sea protagonista, secundario o se limite a aparecer dos minuts. En El comienzo imprime un carácter al 'Padre Marin' que se acerca al de Max Von Sydow y eso son palabras mayores. LIzabella Scorupco sorprende y mucho. La actriz, cantante y modelo polaca está a un nivel sensacional, como si se hubiese dedicado toda la vida a actuar. Yo, que no tenía ni puta idea de quién era, quedé fascinado... por varios motivos. Pasable, aunque poco más, el trabajo de James D'Arcy, muy limitado por un personaje que tiene poco que ofrecer, así como por su escasa capacidad para transmitir lo que sea. Resumiendo, que es gerundio: vilipendiada por la crítica y por el público, tras El comienzo y su monumental fracaso llegó La versión prohibida (que más bien debería llamarse La versión que no quisieron los productores y que tuvieron que aceptar por cojones, aunque el título es algo largo). A mi entender, esto no debió suceder, pues la obra de Renny Harlin es inmensamente mejor que la de Paul Schrader. Por mucho que Schrader sea un guionista soberbio (Taxi Driver, La última tentación de Cristo...) eso no te convierte en un buen director. Ni en director, qué coño. El exorcista: El comienzo
Katniss Everdeen vuelve a casa sana y salva después de ganar los 74º Juegos del Hambre anuales junto a su compañero Peeta Mellark. Participar significa dejar atrás familia y amigos y hacer ambos el Tour de la Victoria por los diferentes distritos. A lo largo del camino, Katniss se da cuenta de que se está gestando una rebelión, pero en el Capitolio todo sigue bajo control: el Presidente Snow organiza los 75º Juegos del Hambre, El Vasallaje, una competición especial con una inesperada novedad que cambiará Panem para siempre. critica: Si bien mucha gente opinará (y con razón, ojo) que Los Juegos del Hambre no es 1984, Fahrenheit 451 o Un Mundo Feliz, los tres referentes de literatura distópica por excelencia, se trata de una serie de calidad, un soplo de aire fresco para las novelas para jóvenes, y no tan jóvenes, tras basuras literarias como Crepúsculo, y una década dominada por Harry Potter. Y lo consigue. Los juegos del hambre: En llamas En Llamas, unánimemente considerado como el mejor libro de los tres que Suzanne Collins escribió, es aquí adaptado de forma excelente y literal por Francis Lawrence, que suple todos los fallos que tuvo la dirección de Gary Ross en Los Juegos del Hambre (cámara en mano, nulo desarrollo de personajes...). La otra Lawrence, Jennifer, última ganadora del Oscar a la Mejor Actriz por su papel en Silver Linnings Playbook con 22 años, se hace dueña y señora de la función desde el primer minuto, realizando una extraordinaria interpretación como Katniss Everdeen, cargada de fuerza. Imaginaos a Kristen Stewart en su lugar, y veréis el porqué. Rodeada de un enorme elenco de secundarios, tanto veteranos consagrados como el siempre excelente Philip Seymour Hoffman, Stanley Tucci, Woody Harrelson (que lleva unos añitos en muy buena forma), Elizabeth Banks, y un enorme Donald Sutherland, como de actores jóvenes. Si Josh Hutcherson (que sigue empeñado en ser el perfecto Peeta) era el foco y la revelación en la primera entrega, aquí Sam Claflin como Finnick y una terriblemente sensual Jena Malone como Johanna llenan las pantallas con su carisma, su gancho, y por qué no decirlo, su innegable atractivo físico. Incluso Liam Hemsworth, que no es santo de mi devoción, se muestra aquí resuelto, con una poderosa escena final. Sí, es cierto, los libros son para jóvenes. Pero en el cine, al menos, las cosas se pueden hacer de muchas formas diferentes. Y en los tiempos que corren, En Llamas es una película que transciende su origen, mucho mejor que lo que cabría esperar tras la primera entrega. Recomiendo verla totalmente. Los juegos del hambre: En llamas
Londres es un cementerio. Las calles están ahora desiertas. Reina un silencio total. Tras la propagación de un virus que acabó con la mayor parte de la población, tuvo lugar la invasión de unos seres terroríficos. El virus se difundió, tras la incursión en un laboratorio, de un grupo de defensores de los derechos de los animales. Transmitido por la sangre, el virus produce efectos devastadores. En 28 días la epidemia se extiende por todo el país y sólo queda un puñado de supervivientes... critica: Tras obtener un fracaso con "La playa", Boyle decidió cambiar de aires, y volver a las islas que le habían visto crecer como cineasta y firmar una de las mejores obras de los 90, "Trainspotting". Y no sólo cambió de aires, sino también cambió de género. Quizá observó que lo más conviniente en aquel momento era ofrecer un replanteamiento a sus opciones y optar por el camino de mayor interés. Y por eso me parece un tipo inteligente, porque sabe agarrar cualquier género con fuerza y, además de ofrecer una renovación parcial, renovarse a si mismo: Sus ideas, su pequeño mundo y ese estilo visual que destila magnificencia por los cuatro costados. 28 días después Aquí se decantó por el género del terror. Sin lugar a dudas, una arriesgadísima propuesta, sobretodo a sabiendas de que el género de terror es uno de los más denostados actualmente, y que resulta verdaderamente difícil atinar con una propuesta que cautive mínimamente a público y crítica. Pero el tío atino. Y vaya si atinó. La cinta empieza de un modo inmejorable tras su presentación: Cillian Murphy caminando por una Londres totalmente desolada y retratada por Boyle con ese particular estilo que le caracteriza, ofreciendo un tono apocalíptico y que le viene genialmente al film. Más adelante, una vez arranca, no hay vuelta atrás, "28 días después" es un viaje, no sólo a través de esa Londres desolada, sino también a través de la mente humana, a través de todos esos sentimientos que nos estremecen y nos retuercen cuando ante nosotros se halla una situación extrema, y nos obligan a actuar irracionalmente, casi sin meditarlo. Y aunque por aquí se ha criticado el cambio de actitud del protagonista, a mi no me parece tan anormal, amen de que la parte final es sencillamente sensacional, es el levantamiento de una obra que, si bien peca de algo, es de resultar un tanto estirada en su parte intermedia, y aunque puede que lo acuse temporalmente, se recupera del bache con un tramo final magnífico, pese a esa reservada conclusión. En último lugar, no hay que olvidar el trabajo de un talento en alza: Cillian Murphy. Un intérprete que vale su peso en oro, y lo demostrará. Aporta carácter y garra otorgando el peso necesario al colofón de la cinta. También está Gleeson, cuya presencia siempre se agradece, y unos acompañantes bastante competentes. Buen cambio y buena regeneración del mejor cine de terror. Chapeau por Boyle. 28 días después
Un joven adolescente (Onni Tommila) que acampa en el bosque ayuda a rescatar al presidente de los Estados Unidos (Samuel l. Jackson) cuando el Air Force One se estrella cerca de su lugar de acampada. Sumergidos en el juego del ratón y el gato, Oskari y el presidente tendrán que trabajar juntos para sobrevivir a la noche más extraordinara de sus vidas critica: Creo que poca gente se ha dado cuenta de que Big Game es una comedia. Una parodia más bien. Yo diría que una parodia bastante simplona de 5 raspado; pero después de leer las críticas de otros miembros de Filmaffinity parece que me he equivocado y he visto una sátira tan sutil que pocos han conseguido captar su ironía. Caza mayor Toda la película se basa en reírse de manera muy superficial, sin entrar a degüello ni mucho menos (quizá la presencia de Samuel L. Jackson coartara un poco a su director), de los clichés típicos del cine de acción de Hollywood. Un chaval finlandés menospreciado por su padre debe proteger al presidente de los Estados Unidos con un arco que no puede tensar de unos terroristas armados con cohetes y armas semiautomáticas. ¿En serio alguien se creyó que una película realista se basaría en una premisa como ésta? Estimados y anónimos críticos de Filmaffinity, os pido por favor que tratéis cada cosa como lo que es. Decir que el imperialismo yanqui ha "contaminado" el cine nórdico por esta simpática comedia resulta más gracioso (y al mismo tiempo triste) que cualquier chiste del que hace gala la propia Big Game. En definitiva, si la veis con ojo crítico no tendréis más remedio que quejaros amargamente de la pérdida de tiempo que habéis sufrido por verla, pero si guardáis vuestro espíritu destructor 90 minutos quizá disfrutéis de un rato agradable. Nota final: 5.3 Caza mayor
Cuenta la historia real del joven abogado Bryan Stevenson (Jordan) y de su histórica batalla por la justicia. Después de licenciarse en Harvard, Bryan recibe ofertas de trabajo muy lucrativas. Pero él prefiere poner rumbo a Alabama para defender a personas que han sido condenadas erróneamente o que carecían de recursos para tener una representación legal adecuada, y lo hace con el apoyo de la activista local Eva Ansley (Larson). Uno de sus primeros y más turbulentos casos es el de Walter McMillian (Foxx), que en 1987 fue sentenciado a la pena muerte por el asesinato de una chica de 18 años, a pesar de que las pruebas demostraban ostensiblemente su inocencia. En los años posteriores, Bryan se ve envuelto en un laberinto de maniobras legales y políticas y de un racismo abierto y descarado mientras lucha por Walter y otros como él, a pesar de tenerlo todo en su contra, incluido el sistema legal. critica: Se equivocan de persona, afirma el personaje interpretado por Jamie Foxx cuando es injustamente detenido. A lo que el policía le replica: "se exactamente qué clase de persona eres". Soy inocente afirma otro condenado, recibiendo por toda contestación: "es igual, si no eres tú, el culpable será otro negro igual que tú". Y la respuesta con la que lidia un tercer procesado es igual de rotunda: "sólo con mirarte tengo la certeza de que eres culpable". Cuestión de justicia El sistema judicial acaba refrendando esas espontáneas y profundas convicciones policiales porque el racismo trasciende la balanza de la justicia, su principio de que todos son iguales ante la ley. Los despoja (en este caso a los negros o afroamericanos) de su consustancial condición de personas dejándolos sin derechos y situándolos al margen del sistema judicial. A los negros se les aplica otra principio de igualdad muy distinto (no todos los principios de igualdad son iguales), letal para ellos: todos los negros son iguales, distintos e inferiores a los blancos. Así opera el racismo, distorsionando una realidad desde su raíz más profunda. Se les condena por ser negros y la única manera de la que pueden salir airosos es demostrar que son blancos, algo del todo imposible. Sobre reflexiones parecidas se extiende este contenido y comedido alegato judicial contra el racismo y, en menor medida, también contra la pena de muerte, más centrado en la repercusión a todos los niveles de quienes lo padecen que en los racistas. Estos últimos, por más que se demuestre su absoluta falta de moralidad, su corrupción retorciendo y utilizando a su antojo el sistema judicial para condenar a personas que saben inocentes, apenas son juzgados, su culpabilidad siempre aparece difuminada. Tiene un punto en común, quizá no suficientemente tratado (spoilers), y más de una referencia a la icónica y excepcional "Matar a un ruiseñor" (Robert Mulligan,1962), ya que se desarrolla en el mismo lugar, en Alabama, aunque unos 50-60 años después, con lo que se pone de manifiesto la gran resistencia del racismo a desaparecer. Es notable en todos los sentidos, manteniendo el interés y describiendo ordenada y desapasionadamente los hechos en los que se inspira, sin exceso de sentimentalismo, con una excepción, que lejos de perjudicarle le beneficia. Eso sí, es previsible y algo monótona, le falta chispa, especialmente en la construcción de su pareja protagonista, unos abogados presentados con demasiada sobriedad, sin matices cinematográficamente hablando, aunque los siempre excelentes Michael B.Jordan y Brie Larson lo compensen con su particular carisma, Lo que contrasta con los papeles secundarios, algunos de lo más minimalista, mejor construidos y excelentemente interpretados, lo que constituye un gran acierto del director y de los responsables del casting. Cuestión de justicia
Un hombre que encubra un crimen asume que un vecino entrometido pudo haber visto lo que hizo. Le da la vuelta a la vida del vecino para mantener su secreto. Pero, ¿hay algo más en su motivo? The Penthouse