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En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una mujer decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido nunca en esa zona. critica: Así lo sentí nada más salir de la sala de cine. La librería A priori, una película con elementos que me gustan: la temática, la ambientación, los actores y las actrices. Lamentablemente, bastan cinco minutos para que la decepción empiece a asomar la colita. Quieres pensar que no, que todo va a remontar según avance la trama y la relación entre los personajes se afiance, pero es un aspecto que nunca llega a producirse. Desde mi punto de vista, la película fracasa en el montaje, en la dirección de actores, en la interpretación, en el guion y por un abuso constante de la voz en off. Todo ello da como resultado lo peor que puede ocurrir en el cine: que nada te emocione, que nada te conmueva. El montaje se siente deslabazado sin que haya un sensación de conexión entres escenas y cambios de escena. La falta de ritmo es constante y la estupenda fotografía se queda en eso, en bellas estampas sin solución de continuidad. A esto se le suman las continuas, innecesarias e idénticas gesticulaciones faciales de Mortimer que utiliza en todo momento para toda clase de emociones a quien se le suma un James Lance sobreactuadísimo (el nihilista Mr Thorne) que produce extrañeza y sonrojo en cada escena por su aparatosidad gestual más que ser seña de personalidad. La niña, Honor Kneafsey, sientes en todo momento que está desaprovechada, al igual que Bill Nighy y Patricia Clarkson, dos estupendos profesionales. De los más secundarios y terciarios mejor no hablar. Porque el guion también va a saltos en ese afán de soltar frases lapidarias. No funcionan en casi ninguna ocasión entre casi ningún personaje, y así poco se puede hacer. Al no tener un montaje adecuado ni un guion que defina personajes (además de la cargante voz en off), las interpretaciones fracasan, los sentimientos no llegan. Y el problema es que quieres emocionarte, empatizar, pero es imposible. No entiendes por qué adjudican a la protagonista el adjetivo "coraje" (tienes que adivinar que simplemente por el hecho de abrir una tienda y no hacer caso de la rica del pueblo que está acostumbrada a hacer lo que le viene en gana ya es muy valiente, aunque no haga nada más y luego el coraje brille por su ausencia cuando tiene que luchar de verdad), por qué la mala es tan mala (sí, hace lo que quiere... pero para abrir un centro cultural, carajo, que no va a abrir una tienda de ropa. Además, apenas aparece en la película), por qué se llevan tan bien Nighy y Mortimer hasta el punto del enamoramiento si la relación no está construida bajo ese prisma. Termina la película de una forma incendiaria pero la apatía se ha instalado en mí y ya ni siquiera ese último gesto de resistencia llega al corazón, porque de nuevo ahí está esa voz en off que te dice lo que tienes que sentir, la moraleja. Resoplas, te pones la chaqueta, sales del cine y sientes tanto, tanto, tanto que la película no te haya gustado... La librería
Primera Guerra Mundial. Un hombre australiano viaja hasta Turquía tras la Batalla de Gallipoli para buscar a sus tres hijos desaparecidos. critica: Como si tomara a Mel Gibson -otro actor australiano convertido en director- como espejo en el que mirarse, Russell Crowe ha elegido un estilo marcadamente clásico para su primer largometraje trás las cámaras. “El Maestro del Agua” es un proyecto ambicioso y no exento de riesgos para un debut. Un viaje que navega entre el retrato intimista y las grandes epopeyas con hechuras de superproducción. El maestro del agua Ambientada un año después del fin de la primera guerra mundial, el film centra su atención en las consecuencias de la batalla de Galípoli entre las fuerzas militares de Australia y Nueva Zelanda y el ejército turco, en especial la dolorosa pérdida de los tres hijos de un granjero zahorí de la Australia rural. Ante lo ambicioso del proyecto, Crowe cumple de sobra con la primera premisa de cualquier director: rodéate de los mejores. En el apartado interpretativo su talento está fuera de toda duda a estas alturas. Es muy bueno, lo sabe y demuestra que no es imprescindible que alguién le muestre el camino para componer el más minucioso retrato posible de Joshua Connor, su personaje. Protagonista absoluto de la historia, Crowe se echa a las espaldas la película también delante de las cámaras para contar la odisea de un hombre que lo ha perdido todo, al que su intuición innata llevará al otro lado del mundo en busca de esperanza. Crowe se rodea de un elenco muy solvente empezando por Ayshe, una Olga Kurylenko perfecta de nuevo en su dominio de los acentos (el turco en esta ocasión) que empieza a pedir a gritos un papel verdaderamente protagonista, alejado de ser siempre el objeto romántico del protagonista. También es agradable comprobar como se desenvuelve Jai Courtney lejos del género de acción, pero si duda la gran revelación es Yilmaz Erdogan. Fantástico en cada segundo de su actuación, extremadamente convincente como sabio hombre de honor atrapado en las conscuencias y la sinrazón de la guerra y derrochando presencia y química en su relación con Crowe y con Cem Yilmaz, el actor turco que interpreta a su lugarteniente. Al buen trabajo del elenco de actores hay que sumarle otro aspecto técnico que eleva a “El Maestro del Agua” por encima de la media: el maravilloso trabajo de fotografía del maestro Andrew Lesnie. El ganador del Oscar por su labor en “El Señor de los Anillos” otorga a la película un acabado final majestuoso, muy especialmente en el espectacular abanico cromático que crea para la ciudad de Constantinopla y la impresionante manera de resaltar la belleza, textura y colorido del vestuario. Quizá solo un par de aspectos pueden cuestionarse para que la película no termine de ser completamente redonda. Uno es la estructura del guión que da la sensación de intentar abarcar demasiado. A veces parece que el libreto estuviera destinado a convertirse en una gran novela o una mini-serie televisiva, más que en un largometraje de una hora y cincuenta minutos. En su empeño por retratar de manera tan minuciosa la experiencia vital por la que pasa su protagonista, el relato se dispersa y se aleja demasiado de la potente trama principal. De esta manera hay fragmentos en los que literalmente te olvidas de que el protagonista se encuentra buscando los cuerpos de sus hijos caidos en combate mientras se desarrolla su historia de amor, conoce las costumbres de la sociedad turca o se relaciona con el pequeño hijo de Ayshe. El otro aspecto es que es poco sutil en su intención de emocionar y algo obsesiva en su continuo empeño de resultar bonita. Sobre todo en el uso tan marcado de la banda sonora (realmente preciosa) que parece invitarte a empujones a que te emociones durante cada segundo de película. Puede que una enfatización algo excesiva en una historia lo suficientemente potente e intensa en el aspecto dramático. Pequeños pecados de exceso que no ensombrecen los numerosísimos aciertos de una opera prima de lo más recomendable. “El Maestro del Agua” es un conmovedor alegato antibelicista y una gran odisea vital, dramática, emocionante y realmente bella. Un debut que verdaderamente no lo parece. http://losreyesdelmando.com/2015/04/21/critica-el-maestro-del-agua/ El maestro del agua
París, hoy. France de Meurs es una periodista estrella que corre entre un televisor, una guerra lejana y el ajetreo y el bullicio de su ajetreada vida familiar. Su mundo frenético de alto perfil se vuelve repentinamente patas arriba después de un accidente de tráfico en el que hiere a un peatón. Esta irrupción inesperada de la realidad pone todo en cuestión. Mientras Francia intenta desacelerar y retirarse a una vida anónima simple, su fama continúa persiguiéndola hasta que una historia de amor desconcertada parece poner fin a su búsqueda. critica: Bruno Dumont propone en France una sátira de los medios de comunicación y, especialmente, de su poder para influir en la sociedad, para bien y para mal, con tácticas nobles o menos nobles (o nada nobles). Sin embargo, por desgracia, la crítica se queda a medio gas. Había espacio para que la película fuera mucho más divertida, mucho más cáustica, mucho más cruel, incluso, pero no es así. Quizás sea porque hay demasiado foco en la protagonista y sus temas personales, que son menos interesantes que su faceta profesional. Y no es culpa de Léa Seydoux, desde luego, porque está fantástica, como suele ser habitual en ella. Sencillamente, la película no val al límite, cuando podría haberlo hecho perfectamente siendo más valiente. Y más corta, por Dios, que se hace eterna. Con todo, se trata de una buena propuesta, aceptable e interesante, para reflexionar sobre cómo nos dejamos adocenar y embobar muchas veces por los medios, sin contrastar la información y tragándonos todo sin más. FranceImportante reflexionar sobre ello. Lo mejor: Léa Seydoux, fantástica, y la realización de Bruno Dumont. Lo peor: Es excesivamente larga, y no va al límite con su crítica a los medios de comunicación. France
Henry, un niño de trece años de Brooklyn, vive fascinado con el mundo de los gángsters. Su sueño se hace realidad cuando entra a formar parte de la familia Pauline, dueña absoluta de la zona, que lo educan como un miembro más de la banda convirtiéndole en un destacado mafioso. critica: Una escena dentro de un coche. Tres hombres. Uno conduce, los otros dos descansan. Se escuchan unos golpes, ¿que pasa?, ¿He atropellado a alguien?. Un pinchazo, puede que sea un pinchazo. Para y lo comprobaremos. Ahí esta el problema, en el maletero. Sigue vivo, pero por poco tiempo. Así comienza una de las mejores películas de la historia del cine. Con una escena, que sin desvelar nada, puedo decir que será clave. Uno de los nuestros "Que yo recuerde desde que tuve uso de razón quise ser un gangster." - Henry Hill. Una de las frases que han quedado marcadas a fuego, en todos los que la vemos como una obra inigualable. Que yo recuerde desde que vi uno de los nuestros quise ser un gangster. La película tiene escenas esplendidas y planos maravillosos. Sin pensar demasiado; la entrada al club de Henry y Karen con ese plano secuencia. Scorsese puro, sin cortar. Y así será durante el resto de la película dejando, el mejor retrato de todo ese mundo oscuro de la mafia. Uno de los nuestros Para definir a los personajes no hace falta hacerlo en profundidad. Paúl Cicero es el gran jefe, que no habla mas de lo necesario, con su sola presencia basta para mantener la calma en cualquier situación y su rostro hace el resto. Sorvino deja un personaje sublime, solo con gestos. Henry Hill y Tommy DeVito eran dos jóvenes que crecieron, metiéndose en ese ambiente, vendiendo tabaco y haciéndose hombres para convertirse cada uno en polos opuestos, pero amigos. Joe Pesci, merecido oscar por un personaje absolutamente maravilloso, y Ray Liotta en el personaje de su vida. Encarnando con toda la fuerza necesaria y sabiendo llevar un rumbo que Scorsese marco con precisión. Jimmy Conway como decirlo, Jimmy era de esa clase de hombres que en las películas siempre están del lado de los malos. De Niro, como siempre un personaje de los que hacen que el cine sea algo grande, y que como en otras ocasiones, merecía el oscar. Uno de los nuestros Pero un dialogo habla mas de ellos que cualquier cosa que yo pueda escribir. Así que ahí va la definición perfecta: -Ahora cavarás el hoyo tú solo, vas a cavar el hoyo y lo vas a hacer tú solo, no pienso ayudarte. -A mi que coño me importa, claro que lo haré yo solo, ¿crees que será el primero?, ni que fuera el primero que cavo. Uno de los nuestros Martin Scorsese consiguió hacer, en mi humilde opinión, la película perfecta sobre la mafia, y eso no era nada fácil, viendo que ahí siempre estaba presente la sombra de El Padrino. La épica de la magia hecha cine, con humor negro y buen ritmo narrativo, con pulso, con fuerza, con garra. Haciendo que una situación atípica se convierta en algo de lo mas normal. Sobretodo me enamoro el uso que hace Scorsese de la voz en off, que había usado previamente, y volvería a usar después de forma brillante con Casino. Pero es en Uno de los nuestros, donde se alcanza el súmmum. Recomiendo verla y que cada uno vea si miento o tengo razón al decir que es, una obra maestra irrepetible. Uno de los nuestros
En pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl llega a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con solo 9 años es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales. critica: *Un ritmo desacompasado La canción de los nombres olvidados Aunque la banda sonora de Howard Shore sea sencillamente prodigiosa, la última cinta del cineasta canadiense decae a la mitad por no saber llevar un ritmo adecuado. Aunque la primera hora de película pueda llegar a tocar más de un corazón, toda la trama decae con la aparición de Clive Owen en escena. Tim Roth deja huella, no siendo “en teoría” el personaje más importante de la historia. Solo un pianista corriente; que no guarda ningún parecido, más que cierta nostalgia, con su personaje en ‘La leyenda del pianista en el océano’. Dentro de su banalidad, sin embargo, Roth lo hace destacar, más que Clive Owen a su genio violinista, David Eli Rapoport. *Lo mejor, los flashbacks La mejor parte de la película, por otro lado, no es la que cuentan estos dos veteranos actores; que juegan al gato y el ratón por Inglaterra, Polonia y Nueva York. Lo más interesante está en los flashbacks. La amistad de Gerran Howell y Misha Handley, como Martin y Dovidl de niños, es lo que antes consigue hacerte empatizar con la historia. La estampa del pequeño prodigio judío al violín, abriéndose paso con su música y lengua bífida en la pesadilla adulta de la Segunda Guerra Mundial, es lo que más acerca la película a la de Polanski, no obstante, como decía al principio, de una forma mucho más pobre. *Tradición judía Algo que también ha llamado mi atención del metraje ha sido lo bien que representa la religión judía. Desde que Dovidl es un crío aparece cumpliendo con las diferentes tradiciones, desde su Bar Mitzvah al rezo a los muertos, o la propia canción a los nombres olvidados, dedicada a todos los judíos que murieron, sin nadie vivo para rezarlos. *Conclusión Aunque el ritmo decaiga, la historia que cuenta y su final me parecen lo suficientemente cautivadores como para calificarla de entretenida. Es una historia más sobre la Segunda Guerra Mundial, a la que se le podía haber sacado más partido, pero que, sin embargo, seguramente arrancará muchas emociones. Escrito por Laura Martín García La canción de los nombres olvidados
Han pasado veinte años desde que esos dos departamentos en el corazón de la Ciudad de México fueron el campo de batalla de una guerra de sexos entre Ana, Carlos, Andrea, Miguel, Tomás y María. Todo lo que queda de esos apartamentos son los recuerdos y la imagen del cadáver de Tomás en el fondo del hueco del ascensor. Sus vidas han cambiado, sus familias han crecido y nuevos e inesperados personajes han llegado para trastornar su día a día y desencadenar una cadena de acontecimientos que les harán darse cuenta de que el pudor ha sido reemplazado por la revelación pública; el sexo está a solo una aplicación de distancia; pero el amor... el amor sigue siendo algo esquivo que todos buscan en el mundo banal y caótico de hoy.