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Ambientada durante las décadas de los 80 y 90 en Gujarat, sigue la historia del hombre que construyó un imperio del crimen a partir de la nada, convirtiéndose en el hombre más poderoso del estado. Critica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Raees Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Raees
Oren (Michael Douglas) es un agente inmobiliario al que no le importa nadie más que él mismo. Pero su vida dará un vuelco cuando su hijo, que se marchó de casa y del que hace años que no sabe nada, aparece con una nieta (Sterling Jenis), de la que ni siquiera sabía su existencia. Ahora, deberá aprender a cuidar a alguien más aparte de sí mismo gracias a la ayuda de su vecina Leah (Diane Keaton). critica: La película es tan pero tan liviana, que no logra ni aburrir de lo rápido que van sucediendo las cosas. Los hechos no se alcanzan ni a desarrollar, menos a compenetrar y ya se encuentran resueltos. Eso lo hace una película rápida, no aburrida, pero no por eso buena, por el contrario, le quita cualquier posibilidad de ser buena. Así nos va El ritmo errático (tiene la ventaja de que no alcanza a aburrir de lo rápida que es), los diálogos son erráticos, demasiados lugares comunes, simplemente no hay chispa. No pose la química que se espera de estas películas livianas para ser algo más que “una película para quemar el tiempo”. Nada memorable. Michael Douglas, Diane Keaton y Rob Reiner juntos en una comedia romántica era para esperar algo más. La película es un viaje en piloto automático…lugares comunes, lugares comunes, más lugares comunes…. y sabemos en que terminará: vivieron felices para siempre. Si la idea es que el personaje de Michael Douglas (Oren), tuviera algo de Jack Nicholson en Mejor Imposible, lamentable intento. Efectivamente es un viudo egoísta e insoportable, pero resulta indiferente. Así nos va
Inglaterra, principios del siglo XX. El futuro escritor y filólogo John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973) y tres de sus compañeros de escuela crean un fuerte vínculo entre ellos al compartir la misma pasión por la literatura y el arte, una verdadera hermandad que se fortalece a medida que crecen; pero el estallido de la Primera Guerra Mundial amenaza con destruirla. critica: El biógrafo de J.R.R. Tolkien, John Garth, dice que entiende por qué la sociedad oficial de Tolkien y su familia se desvincularon por completo de este proyecto y anima a cualquiera que esté interesado, a que busque información sobre la verdadera vida del legendario autor. En mi opinión la película viene a ser otro ejemplo de como Hollywood suplanta a una personalidad interesante y rica, por un estereotipo plano y sin alma que encaje en su esquema. Tolkien La película "Tolkien (2019)" ignora el eje central de la vida de Tolkien: el catolicismo. El autor de "El señor de los anillos" fue un fiero defensor y dedicó gran parte de su vida al estudio de la religión católica. Casi cualquier carta de su abundante correspondencia da testimonio de su fe. La cinta evita o ignora esto, distorsionando así puntos cruciales en su vida: - La madre de Tolkien, Mabel, murió de complicaciones de diabetes. Su familia, que era protestante, se negó a ayudarla económicamente ya que ella se había convertido, junto con sus dos hijos, al catolicismo. Aún así ella prefirió no renunciar a su fe y creencias. Años más tarde Tolkien criticaría duramente al protestantismo por ser en sus palabras "una rama del cristianismo basada en el odio al catolicismo" y elogiaría a su madre. - A los 12 años es acogido por un cura católico, quién dará al huérfano un lugar en el mundo, le ayudará a crecer, a desarrollar su interés por las lenguas y a convertirse en estudiante de Oxford (aunque en este film solo se le presente como una figura severa que le regaña o le da malos consejos). - Tolkien mantuvo correspondencia con estudiosos como C.S. Lewis (autor de Narnia) sobre el sentido del cristianismo y la importancia de la doctrina católica. Criticó severamente el cambio del idioma en que se hacían las misas (del latín al inglés), y su hijo Christopher recuerda como le avergonzaba que su padre alzase la voz en latín en mitad de la misa. Pero en la película no se hace ni la más mínima mención a su vínculo con la religión, de vital importancia para entender su personalidad. No es descuido ni equivocación, tuvieron que saberlo pero lo arrancaron de raíz. Incluso parecen sugerir lo contrario: en la casi única referencia que se hace en el film a que una vez existiese algo llamado cristianismo, el cura le dice a Tolkien que no es buena idea andar con Edith en público ya que ni siquiera están casados, a lo que el escritor responde con una mueca de incredulidad y desagrado, como si le hubiese dicho algo completamente absurdo y anticuado para esas personas en esa época. El Catolicismo es más importante para entender su obra que la mitología nórdica y las Eddas, más importante que "El anillo de los Nibelungos", más que "la leyenda del anillo de Gijes" (en "La Republica" de Platón), más importante que la mitología céltica, las leyendas artúricas y el folklore y literatura anglosajones. Como cristiano convencido se puede decir que su relación con Dios era incluso más importante que sus amigos y que su esposa para él. En su magnífica obra, Tolkien reserva para el catolicismo un lugar especial entre las otras influencias y en sus cartas lo llama en varias ocasiones el "Mito verdadero" situándolo por encima de todo lo demás. Al eliminar la piedra angular de su psique el biopic queda hueco así que hay que rellenarlo con una historia genérica de "chico nuevo encuentra amigos en el colegio" vista ya mil veces; otra de amor homosexual no correspondido que, de existir (según creo está basada en una mala interpretación de una frase en una carta), no tendrá trascendencia ni en la obra de Tolkien ni siquiera en este film, la metieron porque si; y su historia con Edith se convierte en otra historia de amor prefabricada de Hollywood, más que vista también. En las escenas de guerra el único símbolo de esperanza es un caballo blanco (?), ¿no cabría pensar, que en mitad de la guerra, sus miedos y esperanzas se tornasen hacia la fe que profesó toda su vida? Y no solo eso sino que al final de la guerra meten una escena de un crucifijo quemado (¿?). ¿Es que a alguien le va a hacer daño saber que Tolkien era cristiano? En una especie de inversión extraña hoy en día se censura lo religioso y parece obligado mostrar constantemente la violencia y el sexo explícitos. Me parece siniestro este ímpetu con el que se nos inculca un laicismo prejuicioso e intolerante. Lo queramos o no, para entender nuestro cine, nuestra historia, nuestra cultura, nuestro arte y hasta nuestra ciencia; es fundamental entender la religión cristiana. Tolkien
Tres historias sobre el mundo de los opiáceos chocan entre sí: un traficante de drogas planea una operación que implica a varios cárteles entre Canadá y los Estados Unidos; un arquitecto que se recupera de una fuerte adicción al OxyContin descubre la verdad que esconde su hijo de su relación con la droga; un profesor de universidad trata de averiguar qué relación une al gobierno con una compañía farmacéutica que está diseñando un nuevo analgésico que aseguran no "provoca ninguna adicción". critica: Cuatro tramas que convergen con un nexo en común que son las drogas, convierten a este thriller dramático en un film con ciertos altibajos, pero que cumple con un buen entretenimiento. Crisis Gran parte de la historia gira en torno a una operación de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) para acabar con un cartel de armenios en Montreal que trafican drogas introduciéndolas en Estados Unidos. Por otro lado tenemos al Dr. Tyrone Brower (interpretado por Gary Oldman), un científico que enseña en una universidad de Detroit, que tiene una fuerte relación comercial con una compañía farmacéutica para el desarrollo de un analgésico llamado Klaralon, pero el doctor ve problemas graves en el uso del medicamento que anuncian como "no adictivo". Después tenemos a Jake Kelly (interpretado por Armie Hammer), un oficial de la DEA encubierto en un cartel que fabrica el opiáceo fentanilo, que por cierto tiene una hermana pequeña enganchada a la heroína. La cuarta historia es la de Claire Reimann (interpretada por Evangeline Lilly), una adicta en recuperación que acaba de perder a su hijo de 16 años, asesinado por la banda de gangsters de Montreal. Quizá esta es la historia menos creíble de todas, ya que adopta una postura de justiciera que no termina de convencer. Después de dirigir hace nueve años "El Fraude"con Richard Gere, Nicholas Jarecki vuelve a ponerse detrás de la cámara adaptando un guion suyo en lo que parecen ser unas historias reales, mostrándonos diferentes perspectivas sobre el tráfico y el consumo de estas nuevas drogas de diseño. Destino Arrakis.com Crisis
Seis, ocho o doce años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza a toda velocidad por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth y su fugitiva Daisy Domergue, intentan llegar rápidamente al pueblo de Red Rock, donde Ruth, conocido en estos lares como 'el Verdugo', entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren, un antiguo soldado negro de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix, un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como una ventisca está a punto de alcanzarlos, Ruth, Domergue, Warren y Mannix se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local de Minnie, en lugar de recibirlos su dueña, se topan con cuatro rostros desconocidos. critica: Ya sé que es de mala educación criticar el sabor de un plato cocinado, con cariño y buenos ingredientes, por un cocinero genial al que uno admira, pero -perdona que te lo diga, Quentin- por primera vez has estado tan perezoso, descuidado, vanidoso, torpe, egoísta, atolondrado… que has estropeado el famoso estofado de Minnie. Tiene un olor desagradable y un sabor rancio. No sé si habrá sido por un exceso de grasa, de casquería, de óxido... o por haber metido gato en vez de liebre, pero me has decepcionado. Los odiosos ocho Mientras avanzaba con la diligencia por aquella desolación nevada mi boca se hacía agua pensando en la conocida receta y casi me parecía oler ese estofado sabroso con todos sus ingredientes tan bien entremezclados. Pero no, Quentin, esta vez –y es comprensible después de tantos años- te has copiado con desgana, te has pasado lanzando cachos exagerados al caldero, hala, venga, sin pies ni cabeza… removiéndolos con la payasa soberbia y la gilipollez pelotuda de alguien engreído que lleva décadas recibiendo merecidos elogios. Y como es de bien nacido ser agradecido, estoy en deuda contigo por todos los placeres anteriores que llevas ofreciendo a mi paladar, pero que consten un par de cosas: que no pienso volver a tragarme un estofado tan vulgar como este de los Ocho Indeseables, y que la morcilla de Samuel L. Jackson sobraba en el puchero (te la podías haber metido tú por donde te cupiese). Y además eres consciente de ello, so caradura ¿o nos tomas por idiotas? Hay unas cuantas ocasiones en que a falta de liebre has echado gato en la cazuela y nos lo has servido con auténtica desfachatez: como no tenías ganas de trabajarte una situación que pudiese explicar porque no había sido rematado Samuel L. Jackson ¡simplemente prescindes de esas escenas, das un salto, y nos lo presentas a salvo desangrándose en la cama y poniendo condiciones! Y cuando no sabes cómo hilvanar otros acontecimientos ¡simplemente pones una fraudulenta voz en off, inexplicable, para que nos suelte un rollito! Pero, Quentin, qué vergüenza, con esos guiones siempre tan estupendamente cocinados a los que nos has tenido acostumbrados. Comparar esta última tuya con la genial primera (Reservoir Dogs) es algo realmente ignorante, torpe y penoso. Pero es que hay más grumos e incoherencias en el estofado, y cualquiera con buen gusto tarantiniano se entristece llevándose a la boca cucharadas sabrosas mezcladas con otras que dan ganas de escupir: trucos baratos, engaños arbitrarios, contradicciones atolondradas o anacronismos absurdos: no, Quentin, no tendrías que habernos estropeado el recuerdo de la aguda disertación de Tim Roth sobre la necesidad de una fría Justicia desapasionada, al revelarnos después que no es verdugo (que inconsistencia suponer esa reflexión en un simple bandido); no, Quentin, no tendrías que haber convertido en un dato esencial del que depende la credibilidad y la vida de un hombre, el supuesto odio de Minnie hacia los mejicanos, al revelarnos después en un flash-back que recibe y atiende al mejicano sin problema alguno; no puedes darle protagonismo a una historia de felación absolutamente impensable en el viril Far West del siglo XIX, simplemente para volver a recrear de un modo exagerado y forzado ese tu típico monólogo tocapelotas –magnífico en otras películas- que consigue llevar a un hombre a un estallido de ira, como ya demostraste en tu guión juvenil de Amor a quemarropa (con aquel monólogo de las abuelas sicilianas folladas por los moros)… A diferencia de la mayoría, la parte que me ha llegado ha sido la del principio, la del primer cuarto de la película; y la parte que me ha decepcionado ha sido la de todo ese estofado artificioso, anacrónico, sanguinolento, incoherente y sin chispa que se ha ido cocinando hasta reventar en La Mercería de Minnie. Kurt Russell como John Ruth ‘La Horca’ ha sido el mejor en todos los sentidos. Faltan los sanguinarios ideales de los Bastardos o de Django, motivaciones para el crimen, emociones para la venganza, o fuerza de convicción en los ingeniosos diálogos. Sobran la casquería sin gracia, los chorros de sangre sobre las caras, esa mariconada delirante de la gélida mamada, muchos planos feos y repugnantes... Pero, en definitiva, se puede perdonar, Quentin, que por una vez tu inteligencia, como los sesos, hayan saltado por los aires, pero no se te puede perdonar igual que nos hayas HARTADO Y ABURRIDO; y no me refiero al principio (estupendo), sino a todo ese tramo final, tan huero, en el que te imaginabas divertido. Los odiosos ocho
Una nueva raza de vampiros, los Reapers, surge para atacar tanto a los humanos como a los de su propia raza, causando el terror. El Consejo de la Sombra, un grupo de vampiros que teme por su supervivencia y que tiene su sede en Praga, contacta con Blade para que acabe con ellos. critica: Antes de empezar diré dos cosas: Uno, voy a hacer una crítica conjunta de las dos primeras de Blade (la tercera mejor olvidarla). Dos, vi Blade 2 antes de Blade 1. Blade II Confirmaré una cosa: salvo quizás X-Men, (que también tiene tres entregas y es una magnífica adaptación al cine de la célebre patrulla mutante), Blade es el mejor personaje de cómic llevado al cine. Vistas las dos entregas de Blade, se concluye rápidamente que, aun con menos presupuesto la segunda, ambas apuestan por un héroe con estilo propio y unos malos carismáticos (algunos preferirán a Frost, de la primera, pero yo me quedo con Nomak por su aire Nosferatu New Age) para culminar cintas con mucha acción y poco argumento. La primera es quizás más fiel y apegada al trasfondo de Blade. Es mucho más tradicional en su argumento, y en la forma de narrarlo, con interpretaciones solventes y buenas secuencias de acción (la lucha final de Blade contra todo "kiske" es brutal). La segunda ingenia más para traernos de vuelta "Al que ha visto el Sol". Nos mete una alianza entre el verdugo de hominis nocturna y sus legendarios enemigos para justificar la lucha contra unos seres peligrosísimos que amenazan con infectar toda la ciudad: los Segadores. Se incluye así a un plantel de actores (Ron Perlman AKA Hellboy a la cabeza) como la Banda Sangrienta (el nombre está CU-RRA-Í-SI-MO). Quizás el argumento sea más endeble en esta segunda, que tiene algunas incoherencias graves con la historia de la primera. De hecho, parece un Depredador versión vampírica, pero qué queréis que os diga, me encanta. Wesley Snipes nació para ser Blade. Así de simple. Me resulta inimaginable otro actor que cubra este papel. Decía uno de los coreógrafos de las peleas de la segunda (Lo pude ver en el documental. Lo que hace el fanatismo, ¿eh?) que apostaron por la lucha callejera, un estilo de reyerta sucio e improvisado (si os fijáis, Blade hace mucho uso de los puños y las estacas en la segunda, y mucho menos de las armas de fuego, que eran más vistas en la primera entrega). Ello era debido a que, según este coreógrafo, si Wesley sacaba la espada, no le iba a durar nadie ni medio asalto. No obstante, esta necesidad de recurrir a la lucha callejera está muy bien justificado por el hecho de que los enemigos a los que el implacable y expeditivo cazador se enfrenta en la segunda parte son mucho más poderosos que un vampiro normal. (Luego decís que uno no se fija en lo que ve). En lo que a tema de malotes se refiere, ya lo dije antes. Yo me quedo con el de la segunda entrega. Nomak me parece más implacable, más poderoso y mucho más siniestro que Frost. No obstante, es cierto que tiene muchos menos minutos que Frost, que se hace un malo tremendamente persistente, algo que nos encanta a los que nos gustan las películas de acción. Sin ánimo de extenderme más, recomiendo ver las dos en un mini-maratón con unos amigotes aficionados a Marvel. ¡Éxito garantizado! Blade II