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Claire (Elisabeth Moss) y Sebastian (Ebon Moss-Bachrach) se encuentran en Tokio. Ella es fotógrafa, él está de viaje de negocios en la ciudad. Sebastian tiene éxito, ella probablemente no, pero él no es feliz. Entonces descubre a la misteriosa Claire en el hotel en el que se aloja: pasan la noche juntos y dejan atrás su vida real y su pasado, que no existe durante ese lapso de tiempo. Tokyo critica: Los viajes bien podrían ser días de otra vida. Las rutinas, las calles, las caras o incluso el idioma cambian, nuestra personalidad se desenfoca, pierde el contorno y trasciende nuestros propios límites. Tokyo Project En ese nuevo escenario, uno se ve libre para interpretar a otra persona, alguien que quizá no sea muy distinto de la mejor versión de nosotros mismos. "¿Quién eres?" es una pregunta demasiado amplia como para abarcarla en una sola noche, o en una sola vida, por eso, suele ir seguida de un silencio existencial. En un acto reflejo, la respuesta se constriñe en un nombre, en un afán humano por acotar estratos de dilemas metafísicos. Los nuevos comienzos no siempre aparecen al principio de la historia, del mismo modo que los créditos no tienen por qué indicar el final. Decía Úrsula K. Le Guin que "el verdadero viaje es el retorno" y Antoni Gaudí atribuía la originalidad al "retorno al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”. Pero, para poder volver, primero hay que partir, al igual que es necesario conocer el molde para poder romperlo. Las vidas no son otra cosa que viajes de búsquedas infinitas. Tokyo Project
Connor es un joven de 12 años que, tras la separación de sus padres, se convierte en el hombre de la casa y el encargado de llevar las riendas del hogar. Con su joven madre enferma de cáncer, el pequeño intentará superar todos sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo. Fantasía, cuentos de hadas e historias imaginarias del pequeño se verán las caras no sólo con la realidad, sino con su fría y calculadora abuela... Con este nuevo trabajo J.A. Bayona cerrará una trilogía sobre las relaciones madre-hijo, que inició con "El orfanato" y continuó con "Lo imposible". critica: Enfrentarse a una producción de Mediaset, con todo el aparato propagandístico que ello implica, supone asumir el riesgo de un enorme hype, de una recepción sobredimensionada y una omnipresencia mediática que resulta prácticamente imposible corresponder. Ocurrió con Lo imposible, cuyo recibimiento en salas fue muy superior a lo que merecía el producto, y sucederá de nuevo con Un monstruo viene a verme, la tercera y más ambiciosa película de Juan Antonio Bayona. Una propuesta que al parecer despertó el entusiasmo en el Festival de Toronto pero que en San Sebastián, al menos, comportó una clarísima división entre los entusiastas de su sensibilidad y los detractores de su sensiblería. Un monstruo viene a verme Los que no derramamos ni una sola lágrima con este drama sobre la asunción de la muerte seremos tildados de mármol, de la piedra más fría e inamovible. Sus últimas escenas conducen irremediablemente al llanto más instintivo, la inevitable reacción ante la mayor de las pérdidas a las que un niño puede enfrentarse. Pero el camino hacia esa tragedia, lento, aburrido, sin la magia que a priori debería desprender un relato infantil que combina realidad y fantasía, se olvida de plasmar la relación entre una madre enferma de cáncer y un hijo que se resiste a asumir la realidad. Mientras el joven es víctima del bullying más estereotipado, el personaje de Felicity Jones representa uno por uno los clichés de una enfermedad que el cine mantiene estigmatizada. Con tamaña superficialidad en torno a los protagonistas y su convivencia lo que en realidad parece un milagro es que la mayoría de espectadores se arranque a llorar. El otro gran rasgo de la cinta, su factura técnica, es irreprochable. No hay duda de que Bayona ha contado con los mejores medios posibles, haciendo uso también de otros mecanismos menos apabullantes pero mucho más impresionantes, como las animaciones en acuarela que sirven para relatar las tres fábulas aleccionadoras del monstruo. ¿Para qué sirve, sin embargo, tanta técnica? El monstruo no enternece, las historias no cautivan y el destino no emociona. Parecía que Un monstruo viene a verme trataba de emular la fórmula de cuento y drama realista que bordó ‘El laberinto del fauno’. Pero el resultado final demuestra que la combinación de esos elementos no es tan fácil de casar y que el trabajo de Guillermo del Toro fue una auténtica hazaña. Un monstruo viene a verme
Thriller psicológico sobre los asesinatos reales de Manfred y Marísia von Richthofen orquestado por su propia hija, Suzane, junto con su novio y cuñado, los hermanos Cravinhos. critica: "La Chica Que Mató a Sus Padres" es basada en una historia real. La ví y al principio pensaba que íba a ser mala pero no sabía que es una historia real a lo que averigué el caso real y es exactamente como lo muestra la película. Muy bien contada, con unas actuaciones muy correctas, un excelente drama con toques de humor y una película genial. A mí me entretuvo y atrapó de principio a fin. Es un excelente thriller en mi opinión y la vería de nuevo no veo porqué no. La verdad me sorprendió y me parece una de las mejores películas del año. Lo mejor de 2021. El Chico Que Mato A Mis Padres
Un chico con autismo y poco deportista se esfuerza por convertirse en un improbable campeón de maratón, lo que le da a su padre una segunda oportunidad de poner a su familia en primer lugar....El milagro de Tyson critica Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... El milagro de Tyson
Calvin es un hipocondríaco que trabaja como encargado de equipaje de un aeropuerto. Cuando conoce a Skye, una adolescente británica que padece una enfermedad terminal, su vida cambia por completo. Su nueva e impulsiva amiga le contrata para que le ayude a cumplir su lista de tareas pendientes antes de morir, una misión que le obligará a luchar contra sus peores miedos. critica: Hace tiempo, cuando uno pensaba en una película protagonizada por adolescentes, venía a la cabeza bien una comedia grupal bien de brocha gorda (“American Pie”, “Supersalidos”), bien aventurera (“Superempollonas”), incluso un híbrido entre ambos géneros (“Viaje de pirados”), pero últimamente proliferan películas mucho más serias que invitan a la reflexión analizando temas complicados y asumiendo las consecuencias. Cuando apareciste tú “Cuando apareciste tú” se une a una larga lista en la que ya figuran títulos importantes como “Una historia casi divertida”, “Bajo la misma estrella” o “A dos metros de ti”, películas que expresan sentimientos encontrados con el tratamiento de una enfermedad como nexo en común. Son historias serias a pesar de que dentro del argumento hay espacio para el humor, para el amor e incluso para la diversión. La película se construye gracias a su pareja protagonista, personajes antagónicos que encajan a la perfección. Ella, una jovial Williams, aportando su vitalidad y optimismo; él, un indeciso Buttefield, mostrando su timidez e incapacidad para dar un paso adelante. Son precisamente esas características las que, lejos de alejarles, les acercan cada vez más hasta hacerles inseparables, una unión invisible gracias a la cual cada uno aprende a afrontar sus miedos o a cumplir sus retos mientras afronta la vida que les ha tocado vivir. La trama principal no presenta novedades dentro del género, el espectador prevé en todo momento lo que va a ocurrir, siendo bastante más ligera que algunas otras que también exploran la comedia dramática. Además el guion incluye una sencilla historia romántica entre el protagonista y Dobrev, que se desarrolla también según los cauces previstos. No destaca la labor de Hutchings, que se limita a mantener un perfil bajo sin destacar en nada. Sin duda la química entre los personajes protagonistas es clave para que el público empatice con ellos y le importe su desarrollo, siendo más destacable de una película que ofrece un mensaje positivo dentro del drama y que invita a reflexionar sobre la importancia de saber disfrutar del presente. Cuando apareciste tú
Basada en la experiencia vivida por el británico Billy Moore, que sobrevivió a una dura experiencia en una cárcel en Tailandia convirtiéndose dentro en boxeador. critica: Honestamente, filmar cámara en mano, bien pegadito a un protagonista que le pasan mil putadas, me parece la vía fácil. Porque sí, el cine es sobre todo imagen y mejor prescindir de la palabra, pero también es herencia, legado y novedad, no filmar una dramatización con el baremo de calidad "vídeo de comunión". Una oración antes del amanecer 'Una Oración antes del Amanecer' tiene bases muy potentes, aunque da la impresión de creerse más buena de lo que es. Y es verdad que eso le da pies durante un buen rato, pero también que solo verdaderos narradores pueden sostener dos horas de gruñidos tailandeses en plan documental: no, no me "resulta incómodo quedarme con ella durante dos horas" como dice alguna crítica profesional, se me hace más bien tedioso porque la identificación emocional es nula sin contraste para la brutalidad. Afortunadamente, algo sucede pasada la (larga) presentación. Billy Moore va a parar a prisión por ser un camello, y lo más terrorífico no es la estancia, sino el maremágnum de voces y gritos en tailandés diciendo cosas que no entiende. La intrusión no se queda en lo auditivo, sino también en lo visual: ahí abajo, entre hombres morenos de elaborados tatuajes, su piel pálida y británica reluce como un faro, sacando a la luz racismos latentes de alguna venganza hacia el hombre blanco. Es el lado desfavorable de la justicia, metido dentro del cajón del anonimato, metido dentro de la más pura mierda de entorno que le rodea. Encima de todo eso, está el mono. La urgencia de meterse otro chute, en un lugar en el que te juegas la vida solo por tener algo. La caída es larga y sobre todo penosa, reforzada en autoengaños, estallidos de violencia y la clase de furia que tiene un perro enjaulado, echándose atrás hasta que solo puede contraatacar con uñas y dientes. Pero todo infierno tiene una norma, escrita desde tiempos antiguos: si estás lejos de la salida, fuérzate a salir por el otro lado. De vez en cuando, asoma el cambio en Billy, a través de un autocontrol que solo puede mantener luchando. Y, entre la emoción cruda de puñetazo y puñetazo, aparecen detalles blandos como los senos de una prostituta, redimiendo a la bestia que queda en el boxeador. "A veces, durante los combates, puedes ver a tu familia en el público": son las cosas sencillas las que cuentan cuando estás ascendiendo la montaña más alta. Hay un momento, al final, en el que toda la aglomeración de caos luchador y tailandés encuentra la catarsis más apropiada, una que no es fácil ni grandiosa. Así suelen ser los momentos que merecen de verdad la pena. Una oración antes del amanecer