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Torrent | 1080p Dual | Español Latino | 1.84 GB | Descargar |
Ul joven guerrero, Vitharr, llega a Bretaña con hambre de aventuras y conquistas. Sin embargo, cuando su familia y clan son emboscados y brutalmente asesinados, se verá obligado a sobrevivir solo en una tierra extraña. The Lost Viking vikingo critica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: vikingo esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. vikingo
Una madre supersticiosa está convencida de que el nuevo novio de su hija es la reencarnación de un hombre que intentó matarla hace 30 años. critica: Evil Eye es una de las dos películas que han cerrado el ciclo Welcome to the Blumhouse, películas de dicha productora que se han estrenado de manera exclusiva en Amazon Prime. Con resultados desiguales, sin duda para un servidor Nocturne es la joya a rescatar de este proyecto, que en general se considera fallido, mientras que Evil Eye es una película que podría pasar también como película de sobremesa, al igual que The Lie. La película nos presenta un argumento que si no fuera por el tema "indio" que lo envuelve, sería bastante arquetípico. Nos encontramos con una madre interpretada por Sarita Choudhury, que vive en Dehli, en la India, y que sufrió una maldición cuando era joven por parte de un acosador. Su hija, interpretada por Sunita Mani vive en Estados Unidos, y ella está realmente preocupada porque su hija no acaba casándose con algún indeseable que la pueda maltratar y sufra las mismas vejaciones que sufrió ella. Un buen día, la hija encuentra a un hombre maravilloso, interpretado por Omar Maskati, tan maravilloso que evidentemente parece que esconde algo. Mal de ojo Dirigida por Elan Dassani, Rajeev Dassani, de origen indio, supone el estreno en el sistema de producción a gran escala de estos directores. Se equivoca la película al presentar tópicos sobre la comunidad india (la segunda en 2020 por número de inmigrantes después de México) disfrazados de supuesta diversidad. Ese es el gancho principal de la película: Intentar hacer pasar esta variedad de tradiciones locales como si esto tuviera el suficiente empaque para poder conseguir atraer la atención del espectador, evitando que nos fijemos en lo que hay realmente dentro, y que no deja de ser una película tópica y aburrida sobre una maldición. La manera en como es representada la familia de la madre es prácticamente igual a los tópicos que tendríamos en España sobre las imagenes más folclóricas de la India. Vestidos llamativos de colores, comida típica (solo les ha faltado hacer algún comentario sobre el curry), gente con creencias muy espirituales, conservadurismo...incluso la película llega a introducir el tema del "Karma", de una manera lo suficientemente vaga y abstracta que no acabamos de entender como puede influenciar en la trama. Al igual que sucedía en Nocturno, las dos actrices sustentan la película con sus dos actuaciones principales. Y ciertamente, no hacen un mal papel y es bastante creíble la relación maternofilial entre ellas. Ahora bien, lo que es desesperante es el desarrollo de la película, y es que de hora y media de duración, la primera hora de la película es literalmente escuchar a la madre decirle a su hija que no se case con el hombre que ha conocido porque es peligroso. Y así, como decimos, entre chantajes emocionales, llamadas teléfonicas y algún comentario cómico se pasa una hora entera de metraje. Hasta la aparición del "terror" (aunque la película sería más bien un thriller sobrenatural, en realidad), el espectador ya está más que cansado de la película. Y a diferencia de Nocturno, donde se intuía una fotografía y un diseño de producción más original, en esta ocasión la película sigue los mismos estándares ténicos que otras películas de la factoría, sin ningún tipo de novedad. La película se queda dentro de su zona de comfort y no sale de ella en ningún momento. Evil Eye está al nivel de The Lie dentro de estas cuatro películas presentadas por la Blumhouse. No merece la pena gastar el tiempo viendo la película, más si tenemos en cuenta que no es precisamente la mejor dentro del pack Welcome to the Blumhouse. Crítica escrita para Cinemagavia.es Mal de ojo
Una policía novata de Nueva Orleans graba a sus compañeros asesinando a un narcotraficante con la cámara que lleva acoplada al cuerpo. A partir de ese momento, la joven está en el punto de mira de los agentes corruptos y de los camaradas del criminal asesinado. critica: Creo que nunca había visto una película con estas características. He visto docenas de películas de acción policíacas centradas en casos de corrupción, pero casi nunca una figura femenina se encarga de todo el peso de la acción. El mundo de las series es otra cosa, ya hay mucha más variedad y visibilidad, pero en el cine y concretamente en este género suelen quedar relegadas a un segundo plano o a compartir pantalla. Naomie Harris no comparte centro de atención con nadie, ni falta que le hace. A pesar de tratarse de una producción que podríamos considerar de cine B debido a su presupuesto, la actriz se las apaña, sobradamente para interpretar a un personaje poderoso en movimiento y acción continuos. Escena tras escena aporta peso a la historia aunque el guion flojea en más de una ocasión. En cuanto a la trama, aunque nada original si que aporta frescura en algunas cosas. Se habla del conflicto que hay alrededor de las cámaras personales que llevan por ahora solo algunos de los agentes de policía estadounidenses. De hecho es este aparato el que nos da una película entera. Ya qué son unas grabaciones las que hacen que la protagonista, Alicia West, se vea perseguida y amenazada por sus propios compañeros. ‘Ojos que no ven corazón que no siente’, la frase estrella de la corrupción. Alicia es un personaje fuerte que vuelve a su antigua ciudad tras pasar diez años en el servicio militar. Cuando regresa a casa se da cuenta que todo y nada ha cambiado. Sus antiguos vecinos logran a duras penas mantenerse con vida en un lugar donde el racismo, la pobreza social y la corrupción llegan a cada esquina. Envuelta en este nuevo ambiente intenta adaptarse lo mejor posible a su nueva labor, proteger a las personas de su distrito. Esta labor no es lo que ella pensaba. Todo el mundo la considera el enemigo. El mismo título de la película nos arrastra a pensar y hablar de ello: ‘Black and blue’. Black por negro, el color de su piel y el racismo asociado a ella, pero sobre todo a la comunidad en la que vivía, y azul por el color del uniforme. Tal y como se deja caer en la cinta y en todas las que hemos visto previo a esta, debes elegir, porque solo hay una familia a la que importa proteger, y cuando vistes de azul todo lo demás se queda atrás. Este tipo de conversaciones son las que hacen interesante y matizan la calidad de ‘Black and Blue’ y lo hace a la par que ponen frente a nuestros ojos unas escenas de acción que no tienen nada que envidiarle a otras super producciones. Hay las justas y son realistas, no se puede pedir más. Junto a Naomie Harris en el papel de Alicia West tenemos a otros tres grandes conocidos, Mike Colter, Tyrese Gibson y Frank Grillo. Cada uno de ellos representa un papel opuesto. Tyrese Gibson hace de buen samaritano, bajo el apodo ‘Mouse’, ayudando a regañadientes a Alicia a esconder y sobrevivir en un barrio que la quiere muerta. Mike Colter da vida a Darius el gran narco del distrito y Frank Grillo, quien interpreta al detective de narcóticos más corrupto que podíamos ver, será el némesis de Alicia y solo podrá exponer la verdad cuando pase por encima de él. Serie B de calidad para ver una tarde en casa asegurándote que no quedaras insatisfecho al verla. Los minutos de persecución volarán delante tuya y disfrutarás del montaje de las escenas de acción y la interpretación de Harris, de eso no cabe duda. Escrita para www.Magazinema.es Nota Black and Blue
En la Gran Bretaña posterior a la Segunda Guerra Mundial, un médico visita una mansión llamada Hundreds Halls, donde su madre trabajó una vez como enfermera. Los propietarios están a punto de perder la casa porque no pueden pagar los impuestos, y dicen que el fantasma de la primera hija de su madre habita la casa. El médico se obsesiona con casarse con una de las hijas de los dueños... critica: Esto no es una película. O más bien, no nació con la intención de serlo. Guarda más similitudes con un ensayo, con un modesto experimento literario, y por lo tanto no sorprende que en su origen sea un relato de la autora Sarah Waters. Lenny Abrahamson podría haber jugado con él para hacerlo más cinematográfico, pero al conservarlo sin apenas cambios desde su fuente original consigue una pieza curiosa, más cuidada en sus detalles de lo que aparenta. The Little Stranger Precisamente en ‘The Little Stranger’ no existe, a priori, ningún detalle que destaque por encima de los demás. La llamada interrumpiendo la gris mañana del Doctor Faraday aparece como otro encargo similar a tantos, del pueblecito natal en que eligió quedarse tras la muerte de sus padres. Nada rompe la rutina, nada la altera demasiado, como si la mortaja llamada 2º Guerra Mundial hubiera cubierto todo el campo. Pero entonces, al entrar en la mansión llamada Hundreds Hall propiedad de la familia Ayres, recuerda una época de esplendor en la que él y su madre tenían permiso para formar mínima parte de ese cuento de hadas que era la aristocracia inglesa, en la cima de su poder cuando no tenían dificultades económicas de las que encargarse. Poco queda de esa ilusión en la familia que se encuentra, con el piloto de guerra Roderick tristemente desfigurado, junto a su hermana Caroline y su madre Mrs. Ayres viviendo en la sombra del legado que tenían, malvendiéndolo pieza a pieza porque hasta ellos no se pueden resistir demasiado a los tiempos que están cambiando. La tristeza se ha instalado en la casa, una callada desesperación anida en sus paredes, y la prosperidad ha quedado enterrada en el jardín trasero. Casi como si el niño Faraday, al arrancar discretamente un yeso ornamental la tarde de la celebración, fuera responsable de precipitar un futuro en que cada humilde volvería a reclamar su parte. Sin embargo, idealizada aquella impresión infantil, Faraday encuentra excusas para quedarse, al principio apoyado por un vago sentido del deber, y más tarde aferrándose a la fantasía increíble de que Hundreds Hall podrá reconvertirse en el hogar que soñó alguna vez. Hace de Roderick un sujeto de trabajo, de Mrs. Ayres su confidente de paseo, de Caroline su objeto de deseo… pero olvida que la casa tiene sus propios planes para ellos. La clave fascinante en esta historia, hasta admirable por lo bien tratada, es la sensación de que existe un “algo” inquietante, un no-sé-qué constante, apagando la llama de felicidad cada vez que esta empieza a avivarse. Lo menciona Roderick casi al principio, clamando que una presencia le odia y le observa desde los pasillos, pero no hay por qué prestarle atención a los delirios de un enfermo torturado por la medicación. Es poco después, cuando Mrs. Ayers empieza a creer que su tristemente fallecida hijita Susan ha venido a visitarla de nuevo, y Caroline muda su aire taciturno por otro más extrovertido, que Faraday empieza a tener miedo de verdad: esa presencia, aunque temible, es bienvenida por ambas mujeres, y las va alejando de su vida. Las esperanzas de acercarse a la clase dirigente, parecía que al alcance de su mano, dan paso a una serie de brumosos inciertos mostrando su propio fondo de mediocridad vital e inseguridad social, como si realmente solo hubiera esperado el momento adecuado para acercarse, y la presa malherida se estuviera resistiendo más de lo pensado. Waters (o Abrahamson, por defecto) no querían hablar de un terror inmediato, oscuro, monstruoso. Sino de una desesperación lenta, acusada, confundida con un leve escalofrío, que se vuelve agobio con cada campanilla que suena tocada por nadie, o con cada cuarto vacío donde anida una conciencia del pasado resistiéndose a marcharse. Quizá entre todos, público y habitantes de la propiedad, hemos dado vida a una criatura pesadillesca, extendiendo sus tentáculos por cada recoveco de la casa, y nos olvidamos de que las desgracias ocurren, o se posan suavemente justo cuando tienen todos los motivos para marcharse. Al final, la anticipación se vuelve insoportable, como si se viera una persona que poco a poco se ha ido desangrando. Y, en ese caso, lo que me provoca un terror espeluznante es que del pobre doctor depende salvar su moribundo agonizante: porque hay recuerdos marcados tan a fuego, que la triste perspectiva de rozarlos y nunca tenerlos puede dejarte inválido de por vida. No ha dejado de ser un experimento, como digo, de esencia literaria. Pero igualmente te quedas en Hundreds Hall, rumiando todos los caminos equivocados que tú también habrías tomado. The Little Stranger
Taylor se ve obligada a esconder a la joven hija de una mujer colombiana en protección de testigos que testificará contra un poderoso cartel de la droga en la Corte Federal, mientras unos despiadados sicarios pretenden darles caza....Night of the Sicario Critica: Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Night of the Sicario
Desde que su mujer murió quemada en un accidente de coche, el Dr.Ledgard (Antonio Banderas), eminente cirujano plástico, se interesa por la creación de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla. Doce años después consigue cultivarla en su laboratorio, aprovechando los avances de la terapia celular. Para ello no dudará en traspasar una puerta hasta ahora terminantemente vedada: la transgénesis con seres humanos. Pero ese no será el único crimen que cometerá... critica: La nueva cinta de Almodóvar se da un aire tonal a cierto Cronenberg –‘Inseparables’ y, en menor medida, ‘Videodrome’. Su temperatura no está lejos de ‘Tamaño natural’ (del maestro Berlanga). Uno se imagina sin esfuerzo a Michel Piccoli o Jeremy Irons en el papel protagonista. La piel que habito ‘Abre los ojos’, ‘Vértigo’, ‘Time’, de Kim Ki-duk… la lista de posibles referencias sería interminable. ‘La piel que habito’ tampoco elude la autocita –especialmente ‘Carne trémula’ y, algo menos, ‘Átame’. También ‘Kika’–apunta mi pata Macarrones. Para mí, las referencias más obvias son ‘El coleccionista’, de William Wyler y 'Los ojos sin rostro', de Georges Franju, mencionada en múltiples textos. Pero no basta con citar, ni con querer subirse al carro de la Historia por medio de las referencias. Hace falta crear, dar vida a un mundo propio, más o menos alejado de la convención. No tengo claro que Almodóvar lo consiga del todo en este caso. La atmósfera no acaba de cuajar o sólo lo hace por momentos. Bien rodada y dirigida, no mal interpretada (pese a ciertos tics made in USA en el gesto de Banderas, al que veo más creíble como doctor monomaniaco que como médico conferenciante), los principales defectos están en el guion: final precipitado, personaje(s) prescindible(s) [El tigre calvo, trillizo de los hermanos Matamoros, la sirvienta Marilia… y sus absurdos parentescos chirriantes, que ni vienen a cuento ni aportan nada al desarrollo argumental], diálogos explicativos y torpones para suministrar los datos al espectador. Sobra el esperpento de la "conexión brasileña” (el personaje bufo Zeca no funciona; es impagable oír a Marisa Paredes entrando en la quinta El Cigarral diciendo “¡Qué saudade!”) y se echa en falta un desenlace no tan pobretón, más en clave de venganza retorcida o un puntito elaborada. Me gusta el desarrollo de la trama principal: no hay giro-pirueta, la intriga se desvela de forma pausada y bien medida, sin efectismos TA-CHÁN ni sorpresa con subida de volumen. Los violines no hacen daño a las imágenes. Elena Anaya está maravillosa. La última secuencia es un prodigio de funambulismo cinematográfico: evita el descalabro y casi llega a conmover. ‘La piel que habito’ no es la obra de un genio; se queda a las puertas de ser una película notable. Es la obra de un artista que hace lo que quiere, dotado de talento y sin complejos. Ya quisiéramos la mayoría de mortales fracasar a semejante altura. La piel que habito